José Antonio, un enamorado del fútbol en Belfast y con la mente puesta en China

Este pasado verano estuvo cerca de irse al país asiático, pero finalmente no se concretó y se instaló en Irlanda del Norte. Trabaja como técnico de una empresa de webs y entrena con un club que milita en lo equivalente a Segunda B

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José Antonio Tapia terminó, con tan sólo 24 años, su segunda carrera. Primero hizo el Grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (Cafyd) y, posteriormente, cursó el Grado en Magisterio con la especialidad de Educación Física.

Pero siempre había tenido la idea de irse al extranjero. Era algo que llevaba varios años pensando ya que, según explica, “viajar es una cosa que me encanta, y siempre que he tenido la posibilidad no he dudado en irme donde sea”. Por eso, empezó a pensar el marcharse durante un período de tiempo.

Así, durante julio y agosto de este año comenzó a buscar empleos fuera de España. Quería trabajar en algo relacionado con sus estudios, y estuvo tanteando la posibilidad de irse a China o algún otro país asiático, puesto que “tenía algunas ofertas de empleo y bastante papeleo avanzado”.

Pero nada le terminaba a llegar formalmente, y durante el proceso le salió un trabajo en Belfast en el que corrían con los gastos de su viaje y le pagaban una semana de hotel hasta que encontrase una casa para vivir. Un puesto al que llegó tras “tres o cuatro entrevistas por Skype en las que me seleccionaron”, algo “bastante rápido, cuestión de una semana o 10 días” y que no hizo dudar en ningún momento a José Antonio.

Por ello, cogió las maletas y se machó a Irlanda del Norte. Eso sí, este charro asegura que “la culpa” no es suya, sino de otro salmantino que lleva en la capital norirlandesa bastante tiempo. “En su empresa estaba buscando españoles y a través de un amigo en común que sabía que quería irme fuera me puso en contacto”, detalla.

Y no lo dudo por varias razones. Además de porque sabía que iba a tener compañía conocida los primeros días, el empresario le explicó que en Belfast “era muy fácil encontrar piso y los sueldos eran suficientes para vivir, además de que no estaba nada masificada”. No dejó pasar esta oportunidad y se embarcó en un vuelo rumbo al país británico.

Asistente de entrenador en un club y técnico en una empresa informática

José Antonio cree que pese a que siempre ha sido una persona abierta y que se adaptaba bien a los diferentes ambientes, “cuando dejas tu casa y tu entorno y llegas a un sitio nuevo donde no conoces a nadie, pues no te voy a engañar y decir que es fácil”. Eso sí, le costó bastante poco echarse un grupo de amigos.

Más complicado fue el tema de buscar casa, “aunque en Belfast hay muchísima oferta y demanda, por lo que en dos o tres días puedes encontrar algo sin problema”. Además, la gente local “es bastante agradable y están acostumbrados a convivir con extranjeros”, por lo que te tratan como a uno más “aunque parece que no hablan inglés, sino otro idioma, por el acento”, afirma.

Tras casi cuatro meses en Irlanda del Norte, José Antonio tiene dos trabajos. El principal es por el que se fue allí, y es técnico en una empresa registradora de domino y de alojamiento web. Una compañía a nivel mundial que tiene allí una sede y donde tienen equipos franceses, italianos, españoles e ingleses.

El de José Antonio trabaja el mercado español, y su función es dar soporte técnico y asesorar con los productos y compras tanto a empresas como a autónomos ya sean de España o de Sudamérica. Pese a que este le gusta bastante, “no hablo todo el inglés que desearía”, aunque sí que lo hace con sus jefes y compañeros.

Pese a que sus estudios no están relacionados con la informática, “siempre es algo que se me dio bastante bien”. A su llegada recibió un curso de formación de un mes y, tras pasar una serie de pruebas, lo contrataron por tres meses. “Justo esta semana se me acababa el contrato, y me renovaron y me hicieron indefinido”, expresa con alegría.

Algo que contrasta con la situación que viviría en España, donde le ofrecían “contratos de becario por 600 o 700 euros al mes durante uno o dos años sin garantizarte nada al final de esa beca”. De hecho, cree que se debería aprender del sistema laboral de otros países, que siempre suelen ser mejores.

Eso sí, José Antonio sí quería hacer algo relacionado con su pasión, el deporte, y especialmente el fútbol. Una vez se instaló comenzó a buscar trabajo en equipos de fútbol y clubes, y a las dos semanas le ofreció ir a entrenar un conjunto que milita en lo equivalente a la Segunda B. “Les convenció mi manera y me quedé con ellos, desempeñando las funciones de entrenador de porteros y asistente del entrenador”.

Sin embargo, no duda en afirmar que “el nivel es muchísimo menor que en España”, ya que los jugadores no son profesionales y apenas entrenan dos o tres horas a la semana más el partido que juegan. Aunque eso no impida que muestren un gran respeto por la gente cualificada, y desde el primer día lo integraron como un miembro más de una gran familia, por lo que “la experiencia es buenísima”, califica, ya que eso también le permite estar en contacto con gente local.

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“Aquí son expertos en tomarse pintas”

El día a día de José Antonio es muy ajetreado, y apenas dispone de tiempo libre. Trabaja de lunes a viernes de 7 a 16 horas o de 9 a 18 horas, a lo que ha de sumar lo que hace con su equipo de fútbol y lo que dedica a una academia de inglés a la que acude dos días a la semana.

Pero no sólo eso, sino que también está cursando el Máster de Profesorado para ESO y Bachillerato en España, así que “apenas paso por casa, sólo para dormir y poco más”. Reconoce que le gustaría tener más tiempo libre para hacer otras cosas “y para salir a tomarme unas pintas, que aquí son expertos en eso, aunque siempre hay algo de hueco para ello”, admite entre risas.

Respecto al nivel de vida, explica que los sueldos son más altos, pero también el coste del día a día. De hecho, Belfast le recuerda a Salamanca, ya que tiene dos universidades, por lo que tiene un gran número de población joven, y tampoco es excesivamente grande, por lo que “todo está relativamente cerca”. El coste de la vivienda, eso sí, “no es muy caro, nada que ver con los precios desorbitados de Dublín o Londres”.

Lo que no se puede comprar, eso sí, es la gastronomía. “En pocos países se come como en el nuestro, y más aún en Salamanca, que somos unos artistas de eso”, destacando también de su ciudad natal que “tienes de todo y todo está cerca, con buen ambiente”, aunque tenía ganas de salir a vivir una nueva experiencia a su edad.

Tampoco quiere comparar Irlanda del Norte y España en exceso, ya que cree que son diferentes. Más allá del tiempo y la gastronomía, resalta que el país británico tiene cosas mejores que el peninsular, como “el sistema laboral o la profesionalización de diferentes sectores que en España están empezando”, poniendo de ejemplo la Ley del Deporte.

Irlanda del Norte, un país con unos “paisajes de ensueño”

José Antonio ha conocido ya una parte de Irlanda del Norte, si bien le quedan muchos lugares por visitar. De lo que ha visto, destaca sus “paisajes y costas espectaculares”, y le gustaría tener más tiempo para poder viajar por toda la nación, ya que “lo visto hasta ahora me ha encantado”.

No puede definirlo con nada destacable, aunque si cree que hay muchas cosas buenas, como la amabilidad de la gente, las condiciones laborales, los paisajes “de ensueño” o “sus espectaculares pubs”, donde va siempre que puede con sus amigos a tomar una cerveza.

De Salamanca, como casi todo el mundo que marcha fuera, echa de menos a su familia y a sus amigos, así como “los fines de semana en el pueblo y los días de cañas y tapas”, que es algo “que sólo hay en España” y que en Salamanca “lo sabemos hacer muy bien”.

Por ello, sabe que volverá, aunque no sabe cuándo. De momento, pasará unos días en Navidad y después volverá a su trabajo, todo sin fijarse fecha de vuelta. “Siempre dije que podría estar tanto un mes como varios años, así que veremos a ver qué pasa”, sentencia.

Al tener contrato indefinido y estar contento, cree que está en la posición adecuada, aunque reconoce que le gustaría “encontrar algo relacionado con el mundo del deporte, que es lo que realmente me apasiona”, algo en lo que ya ha puesto empeño. Además, sabe que hay bastantes posibilidades y ofertas de trabajo para intentar ganarse la vida de ello “sin ninguna duda”.

De sus ideas de futuro no sabe mucho. En abril o mayo tendrá que venir a Salamanca a hacer las prácticas del máster, y después entregará el TFM. “Mi madre siempre dice que hay que vivir la vida día a día, y es una filosofía que de verdad funciona”, comenta, aunque recuerda que tiene pendiente el irse a China, “porque el verano pasado se me quedó la espinita clavada, así que no lo descarto”.

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