​“Hay que aprender a vivir con dolor”

La Unidad del Dolor de Los Montalvos es Centro de Referencia Regional. A él acuden pacientes de toda Castilla y León a los que se le presta una atención integral, puesto que se trata el dolor crónico “como una enfermedad en sí misma y que se convierte en el eje central de tu vida”

 Unidad del dolor (10)
Unidad del dolor (10)

El Complejo Asistencial Universitario de Salamanca es de los pocos centros que tiene dos Unidades del Dolor. Se trata de un conjunto de medios y personas diseñados específicamente para tratar el dolor refractario a los tratamientos habituales y a los que normalmente los especialistas no son capaces de ponerles fin.

Una es la que está en el hospital Clínico, formada por anestesiólogos y que están enfocados a las técnicas invasivas; la otra es la de Los Montalvos, que ofrece un tipo de asistencia integral y que trata el dolor crónico como una enfermedad “en sí misma”.

Porque es lo que es, “una enfermedad en sí misma que se apodera de ti y que se convierte en el eje central de tu vida”, como explica el jefe del Servicio de la Unidad del Dolor y los Cuidados Paliativos, Francisco Vara. El doctor detalla que el dolor “aparece como un síntoma de que algo está pasando en el organismo y te avisa”, por lo que es bueno. Pero cuando se hace crónico no tiene sentido, y es cuando se convierte en una enfermedad.

Así, su objetivo es que los pacientes se enfrenten y aprendan a convivir con el dolor, puesto que “es muy difícil que desaparezca al 100%”. Para ello, como explica, se da ese tratamiento integral que no sólo consiste en la farmacología, sino también en la terapia ocupacional, tratamientos psicológicos y fisioterapéuticos, entre otros.

Precisamente, el doctor Vara hace ver que los fármacos que se toman tienen muchos efectos secundarios, por lo que una persona “no puede estar con tratamiento farmacológico toda la vida”. Y no se refiere sólo a los analgésicos opioides (de los que hay una epidemia sanitaria en Estados Unidos, como recuerda), sino también a los antiinflamatorios no esteroideos (como el ibuprofeno o el Voltaren) que, a partir de los 15 días de tratamiento, tienen contraindicaciones.

“Hay que enseñar a los pacientes a afrontar el dolor”

Francisco Vara concreta que las personas mayores, sobre todo las mujeres, son quienes más dolor crónico sufren. Suele surgir como dolores de espalda o de articulaciones, y no pueden estar dependiendo de los antiinflamatorios porque estos producen hipertensión, insuficiencia renal o úlceras de estómago, entre otros efectos secundarios.

Además, no todas las técnicas sirven para todos los pacientes, y muchas veces el dolor no se quita del todo. Por ello, en la Unidad del Dolor de Los Montalvos cuentan con una serie de profesionales que “enseñan a los pacientes a afrontar el dolor”. Básicamente, les ayudan a sobrellevar “una carga que es para toda la vida y que muchas veces los fármacos no la solucionan”.

Unos fármacos que, en España, suelen ser antiinflamatorios no opioides o analgésicos puros, como el paracetamol. Porque para cada paciente “hay que elegir muy bien el fármaco y controlar a los enfermos”, a riesgo de que ocurra como en Estados Unidos, repite, donde los fármacos opioides están causando muchas muertes a raíz de su uso crónico, puesto que estos producen muchos efectos secundario. 

Los problemas sociales que causa el dolor, uno de los aspectos fundamentales a tratar

“La gente no puede tener la expectativa de que todo lo crónico se va a curar”. Así de tajante se muestra el doctor Vara, quien refleja que uno de los grandes problemas que puede llegar a sufrir una persona es que un dolor que comenzó siendo somático (uno dolor de rodilla, por ejemplo), persiste tras la intervención que se lo aliviaría. Es decir, pasa a ser un dolor neuropático, que afecta al sistema nervioso (sobre todo el central), y ese es más difícil de tratar.

En Los Montalvos, a diferencia de en el Clínico, tratan de ser poco invasivos. Es decir, sí pueden realizar bloqueos de nervios, al igual que sus compañeros, pero ellos tratan de “tratar a la persona como tal” y, sobre todo, afrontar los problemas sociales que causa el dolor y que muchas veces son el verdadero problema de los pacientes.

Esto se debe a que creen que las técnicas intervencionistas, aunque son muy efectivas al inyectar un opioide lo más cerca posible de los receptores (que hace que la dosis y los efectos secundarios sean menores y la eficacia mayor) terminan fallando a la larga. Además, de esas intervenciones se encargan en el Clínico, donde son especialistas.

Porque como refleja Francisco Vara, el dolor se puede deber a una lesión, “pero también se debe a problemas de comunicación o a aspectos sociales, es un dolor total”. Y es que una persona “no sufre sólo por el dolor, sino por no poder trabajar, por perder relaciones con los amigos… por eso tratamos el dolor como una enfermedad en sí misma, no como un síntoma”, reiterando que el dolor acaba produciendo en las personas problemas psicológicos, emocionales y sociales, entre otros.

Convivir con el dolor, el gran reto de la medicina

Por ello, el jefe del Servicio de la Unidad del Dolor de Los Montalvos insiste en que el gran reto de la medicina es “aprender a convivir con el dolor”. Ellos no pueden, en muchas ocasiones, quitarlo del todo, por lo que tienen que ofrecer técnicas de afrontamiento y que los pacientes sean capaces de asimilarlo y afrontarlo.

Siempre hay un momento en el que “el dolor supera al paciente, y eso es una crisis de necesidad”, por lo que si se aprende a convivir con él se puede hacer un síntoma llevadero. Para ello, eso sí, se necesita el trabajo de muchos profesionales, desde médicos hasta fisioterapeutas pasando por psicólogos, terapeutas ocupacionales, enfermeras o trabajadores sociales, entre otros.

En definitiva, un equipo interdisciplinar “que se ha demostrado mucho más eficaz que el tratamiento específico de una zona de dolor”. Actualmente, en la Unidad del Dolor de Los Montalvos, son cerca de 45 profesionales. “Cuando toda esa gente trabaja en común por el bien del paciente, se alcanzan los resultados que tenemos aquí, que son espectaculares”, asegura.

Un Centro de Referencia de toda la Comunidad con más de 5.000 pacientes nuevos cada año

La Unidad del Dolor de Los Montalvos surgió en 1993 como Centro Regional de Referencia para el Estudio y Tratamiento del Dolor y, en 1998, se le sumó también la Unidad de Cuidados Paliativos, en la que todos los profesionales trabajan (“no se puede distinguir una de otra”, explica el doctor Vara).

Anualmente, tratan a 5.000 nuevos pacientes, que reciben tanto de otras especialidades (como Traumatología, Reumatología o Rehabilitación) como de Atención Primaria “siempre que no haya un diagnóstico de la causa que produce el dolor”.

La Unidad del Dolor, en general, está en crecimiento de pacientes, ya que al aumentar la esperanza de vida de las personas estas sufren más enfermedades crónicas degenerativas. A lo que en el futuro habrá que unirle el estilo de vida sedentario, la obesidad o el comer mal, que aumentan las posibilidades de sufrir enfermedades de este tipo.

Los pacientes, que vienen de toda Castilla y León al ser un Centro de Referencia (y, además, al tener resultados contrastados) pueden ser dados de alta tras pocas sesiones (como por ejemplo, si reciben ondas de choque, que son curativas y que se dan en tres sesiones de entre cinco y diez minutos) como quedar ingresados en la planta de hospitalización específica que tienen para ellos (donde se quedan unos cinco días).

El doctor Vara define las técnicas que tienen como “espectaculares”, como demuestran sus resultados. Estas van desde la resonancia magnética terapéutica hasta la implantación del CO2 subcutáneo, que sobre todo es para el dolor de espalda y que dura unas 10 sesiones. Este, por ejemplo, sí es un poco más invasivo, pero reitera que todo lo que hacen es reversible.

Los pacientes no siempre pasan poco tiempo acudiendo a la Unidad del Dolor. A veces son tratados durante cinco o seis meses, sobre todo si se trata de un problema psicológico y social “y necesitan un apoyo”. Estos son tratamientos de más larga duración, pero se intenta “tratar a las personas como personas y las escuchamos”, afirma Francisco Vara, quien recuerda que “la segunda causa del aumento del dolor son los problemas de comunicación”. Así, “una fuente de disminución del dolor es sentarte con el paciente y charlar, como estoy yo charlando contigo”, recuerda el jefe del Servicio. 

Francisco Vera también explica que, aunque no tienen mucha lista de espera, esta cada vez es mayor por un ‘efecto boomerang’ que provoca que muchos pacientes, que son derivados por sus médicos de cabecera al especialista, vuelven a ser derivados por estos a la Unidad del Dolor, lo que provoca que este servicio se acabe saturando también.

Así, han decidido que los pacientes que ellos (la Unidad del Dolor, no quien los deriva) consideran preferentes sean atendidos en 15 días, para así tratar de descongestionar todo un poco. 

Mucho avance en el tratamiento del dolor, aunque a veces es “imposible de tratar”

Francisco Vara, que lleva más de 25 años dedicándose a tratar el dolor, sí cree que ha habido mucho avance en el tratamiento del dolor, aunque este es, a veces, “imposible de tratar”. Por ejemplo, en el tratamiento farmacológico (algo en lo que coincide su ‘colega’ Juan Santos, responsable la Unidad del Dolor del Clínico).

Igualmente, cree que se ha avanzado mucho y en lo que también coincide con el doctor Santos es en la electroestimulación, una técnica que se trabaja en el Clínico, así como los bloqueos (especialmente los facetarios) por radiofrecuencia, evitando que estos se hagan con alcoholes y fenoles y puedan dañar el nervio.

Respecto a sus técnicas, el doctor Vara destaca las ondas de choque, que es un tratamiento curativo con el que los pacientes “están encantados”. Son ondas sonoras dirigidas hacia las zonas de máximo dolor y que actúan sobre los mecanismos de producción del dolor (por ejemplo, las terminaciones nerviosas).

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Cree que estas son el mejor método para el tratamiento del dolor que existe, y recuerda que ellos fueron pioneros en su implantación en 1994, insistiendo en que es un mecanismo bastante complejo en el que, a través de una ecografía, logran guiarlo hacia la lesión.

¿Todo dolor crónico es neuropático?

Por último, el doctor Vara explica que una de las formas más fáciles de tratar el dolor es bloqueando el nervio, puesto que así no llega al cerebro. Sin embargo, el problema es que, a causa de la neuroplasticidad del organismo, el dolor ‘bypassea’ dicho bloqueo y termina afectando.

Esa neuroplasticidad “que intenta reparar todo” hasta la época adulta es incluso terapéutica, ya que logra restituir mucho de los daños causados. Pero, a partir de cierta edad, es una patología, ya que el dolor crónico, aunque empiece siendo somático, termina siendo neuropático, por lo que con el bloqueo del nervio se acabaría (si no fuera por la neuroplasticidad).

Así, surge la gran pregunta de los especialistas en dolor, y es que si todo dolor crónico es neuropático, puesto que “se trataría de distinta manera”. Al no tener la respuesta y al no disponer de todo el arsenal terapéutico para controlar el dolor al 100%, “hay que aprender a vivir con dolor”, sentencia.

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