Sara Gutiérrez, joven investigadora del Incyl: "Creces en un mundo con roles definidos, lo que te afecta en el futuro a la hora de juzgar lo que tienes alrededor”

En su útlimo año de Tesis, refleja que la discriminación no se da de manera directa, sino de la manera en la que se valora una trayectoria que penaliza la dedicación a la vida personal y familiar. El "prejuicio inconsciente", gran culpable del resto de barreras que se encuentran las mujeres en la ciencia

 Sara Gutiérrez Investigadora Incyl
Sara Gutiérrez Investigadora Incyl

Sara Gutiérrez es una joven investigadora egresada de la Universidad de Salamanca. Tras cursar la carrera de Biología en el Estudio salmantino (donde ya hizo prácticas en el Instituto de Neurociencias de Castilla y León, Incyl por sus siglas) marchó a Madrid para hacer un Máster de Biología Molecular y Celular en la Universidad Autónoma.

Los motivos de escoger tal titulación fueron claros: “Iba a estar medio año en un laboratorio ejerciendo como investigadora”, ya que eso le permitía el desarrollo de su Trabajo de Fin de Máster. Después, la USAL y el Incyl la contrataron para que desarrollase su tesis en el instituto charro. Un trabajo que, en principio, terminará este año y que versa sobre los glioblastomas y los efectos metabólicos de un peptido antitumoral.

Así, con una más que dilatada trayectoria pese a su juventud, Sara es el ejemplo perfecto para hablar de discriminación en la ciencia, puesto que tiene toda la carrera por delante y sabe que, ante sí, puede tener diversas complicaciones en el camino por el hecho de ser mujer.

Eso sí, lo primero que hace es dejar claro que “la discriminación directa la hemos superado”. Es decir, a ninguna mujer se le niega el poder estudiar algo o el acceder a un laboratorio por su condición femenina, sino que la desventaja viene más adelante y se da por la manera en la que está construido el sistema, que favorece la promoción de los hombres, explica.

Y el mejor caso para exponerlo es la manera en la que se valora a un científico o científica a la hora de acceder a un contrato. Sara cuenta que, cuando solicitas un proyecto, te cuentan los últimos cinco años de trabajo. Unos años en los que ha sido más probable que las mujeres, por la construcción social existente, hayan podido dedicar un tiempo al cuidado de sus hijos o de personas dependientes.

“Por cómo funciona la sociedad, los hombres, aunque hayan tenido hijos, han sido productivos, y sin embargo las mujeres, al tener otra labor, no han podido generar tanto”, detalla, reflejando una solución obvia y sencilla: ampliar el plazo de valoración.

Si se ampliase ese plazo en casos demostrables no sólo se podría beneficiar a las mujeres, sino también a los hombres que han sido los responsables de cuidar a otras personas y que no han podido competir en igualdad de condiciones. Una medida que, en algunos programas, ya se va aplicando, relata.

Un techo de cristal más que real y un prejuicio inconsciente hacia las mujeres

Ese no es el único escollo que se encuentran las mujeres científicas. El techo de cristal es otra de sus barreras, puesto que se ha demostrado que existe una clara tendencia de que sean los hombres quienes ocupen los puestos de gestión.

Esto se puede deber, según cree Sara, al prejuicio que existe contra la mujer y que, en muchos casos, se da de manera inconsciente. La investigadora refleja un estudio de la revista Nature donde lo demostraba, puesto que desarrollaron una investigación en la que, a un comité de ciencias, se les enviaban distintos currículos con los mismos méritos.

Estos miembros tenían que decidir el personal para trabajar en un laboratorio y la mayoría se decantaba por hombres. “La conclusión final es que hay un prejuicio constante que te hace favorecer a los hombres antes que a las mujeres en igualdad de condiciones”, concreta Sara, quien va más allá y achaca este prejuicio al modo en el que está construida la sociedad: “Creces en un mundo con roles definidos, lo que te afecta en el futuro a la hora de juzgar lo que tienes alrededor”. 

“El género da igual a la hora de lo que quieras estudiar”

Sara ha empezado a valorar últimamente la falta de referentes mujeres entre todas aquellas estudiantes que cursas carreras STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, por sus siglas en inglés). “Si yo digo que quiero ser matemática, pero son todo hombres, y además oyes que tienes un cerebro diferente que funciona mejor para las emociones y no funciona para las matemáticas… pues eso a la gente le echa para atrás”, asegura.

Además, se da la circunstancia de que en muchos estudios relacionados con las ciencias sí hay un número similar de mujeres que de hombres, pero no así en las STEM puramente dichas (por ejemplo, Física, Matemáticas o varias ingenierías). Sara no sabe por qué puede ser esto, pero insiste en que “es importante que todo el mundo comprenda que da igual el género a la hora de lo que quieras estudiar”.

Porque las aptitudes no vienen determinadas por la biología, por lo que anima a todo el mundo a intentar desarrollar sus potencialidades: “Si vales, bien; y, si no, pues a otra cosa, pero tienes que garantizar que todo el mundo acceda a todo, y luego ya verá”, valora, antes de afirmar que no se puede decir que en un Grado hay menos estudiantes mujeres “porque se les da peor”, ya que en muchos casos, por el modo de construcción de la sociedad, no se ha permitido que haya ese mismo número.

Así, recalca la idea de que se debe poner referentes femeninos no sólo a las mujeres, sino a todo el mundo, y “hacer ver que las mujeres han hecho las mismas cosas que los hombres y que, al igual que ellos y pese al machismo, han hecho grandes descubrimientos”, algo que por desgracia se sigue sin estudiar hoy en día.

Este día sirve “para que mucha gente se dé cuenta de que hay un problema”

Esta joven investigadora considera necesario el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia por varias razones. La primera, para recalcar el valor que tiene la ciencia en la sociedad y para el avance del país, y reflejar que en ese campo se está discriminando a la mitad de la población al sólo permitir que sean los hombres quienes lleven el peso de la ciencia (“¡imagínate que tienes al doble de gente haciendo avanzar al país!”, comenta).

La otra gran utilidad de esta conmemoración es servir “para que mucha gente se dé cuenta de que hay un problema”, algo que antes pasaba inadvertido. Por ello, y aunque sea sólo durante unos días o una semana todos los años, “poco a poco irá calando”, considera, lo que servirá para dejar de perder talento.

“Genera una conciencia que, al final, no se queda en una semana”, valora Sara, quien cree que ya se está dando el paso de cruzarte con una mujer en un centro de investigación y ya pensar que puede ser una científica, “que hace cinco años no pasaba. Antes se pensaba que sería la secretaria, que es una cosa muy sexista, y ahora puede ser hasta la directora del centro”.

Sara se muestra optimista de cara al futuro, ya que coincide que tanto hombres como mujeres científicas son conscientes de la discriminación que sufren estas en las ciencias, por lo que se puede trabajar de manera conjunta para solucionarlo. 

Trabajar por plazos para alcanzar la paridad

Sara Gutiérrez no se atreve a dar una fecha en la que se alcanzará la paridad en el mundo de las ciencias, pero cree que lo necesario es trabajar por plazos. Por ejemplo, que en 2030 el ‘efecto tijera’ se haya reducido a la mitad, o que de manera institucional se cambien los períodos de valoración para no penalizar los embarazos o los cuidados de las personas.

Lograr “un sistema más realista y adaptado a las personas”, que en su opinión tiene que suceder “ya, por lógica”, puesto que ya en niveles de ‘predoc’ tienes niveles paritarios, algo que hace 30 años no se daba.

Por ello, es su generación la que está abanderando el cambio. “Cuando lleguemos a puestos de Ramón y Cajal (contratos de doctores ofrecidos por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas) es cuando se verá la diferencia y, si yo llego allí, iré con esta mentalidad, reclamando derechos y obligaciones y mejorando el sistema”, asegura.

Eso sí, no todo vale para alcanzar la paridad. En su opinión, el sistema de cuotas, introducido en la política, no debe implantarse en la ciencia porque “es una espada de doble filo”, por lo que sería más realista “cambiar el sistema de puntuación y compensar”.

Por último, la joven investigadora manda un mensaje tanto a niñas como a niños, y es que hagan lo que les dé la gana. Esa fue su motivación para llegar a donde está, por lo que anima a que cada persona busque su potencialidad y la desarrolle. “Y si es la ciencia, que se venga a nuestro equipo”, finaliza entre risas.

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