Una declaración como Bien de Interés Cultural que no deja indiferente a nadie

Que el conjunto histórico del Castillo de los Dávila y el puente sobre el Río Tormes de Puente del Congosto sea protegido por la Junta podría perjudicar a los ganaderos del entorno, que sufrirían restricciones en el uso de la construcción 

 Puente del congosto
Puente del congosto

Después de tres legislaturas y tras una larga década de tramitaciones por parte del actual equipo de gobierno de Puente del Congosto, la pequeña localidad de la ribera del río Tormes cerca del límite entre Salamanca y Ávila está cerca de conseguir que la Junta de Castilla y León otorgue el visto bueno al expediente por el cual se pretende declarar como Bien de Interés Cultural (BIC) al conjunto histórico del Castillo de los Dávila y Puente Fortificado. Esto permitiría a la municipalidad recibir los fondos suficientes para preservar la pasarela, que data de los siglos XII y XIII.

Pero no todos están plenamente por la labor de su inclusión en el catálogo de BICs. Por el puente transcurre la Cañada Real Soriana y si la Junta decide protegerlo habría restricciones al paso de la maquinaria de algunos ganaderos y agricultores, que deberían rodear todo el pueblo para cruzar el Tormes por el puente nuevo, por donde ahora discurre la carretera que conecta la A-66 desde Sorihuela con Piedrahita, lugar de paso de la Nacional 110. Ese puente nuevo soporta ya de por sí una elevada carga de tráfico, puesto que para viajar hacia Ávila o Segovia desde el norte de Extremadura se salva el Puerto de Tornavacas si se va por esta zona de la Comarca de Guijuelo y no por el Valle del Jerte. No obstante, el Ayuntamiento ya ha prohibido que la maquinaria cruce el río sobre el puente antiguo, algo que casi siempre se respeta. 

El conjunto histórico

El castillo adyacente, de titularidad privada, fue protegido a través de un decreto fechado el 22 de abril de 1949 y publicado en el Boletín Oficial de Estado del 5 de mayo de ese mismo año. En aquel documento puede leerse: “Una de las notas que dan mayor belleza y poesía a los paisajes de España es la existencia de ruinas de castillos en muchos puntos culminantes, todas las cuales, aparte de su extraordinario valor pintoresco, son evocación de la historia de nuestra Patria en sus épocas más gloriosas; y su prestigio se enriquece con las leyendas que en su torno ha tejido la fantasía popular. Cualquiera pues que sea su estado de ruina deben ser objeto de la solicitud del nuevo Estado, tan celoso en la defensa de los valores espirituales de nuestra raza”.

Se trata de una fortificación cuya construcción comenzó a finales del siglo XIV. Propiedad del caballero Gil González Dávila, tras la Guerra de los Comuneros pasó a manos del Ducado de Alba, que lo vendió una vez se extinguió la obligación a los que cruzaban el puente de pagar el portazgo. Hoy es una propiedad privada en la que se pueden organizar banquetes de boda y que una vez al año se abre para las visitas. Al parecer, Isabel la Católica pernoctó allí. También Carlos V, cuando iba de camino a su retiro de Yuste.

El puente es pretérito. Fue construido entre los siglos XII y XIII y tras mucho tiempo de vacío legal en el que no quedaba claro la titularidad del mismo, el Ayuntamiento terminó demostrando que era suya. La infraestructura, en peligro de derrumbe, necesita unas labores de conservación cuyo coste rondaría los 100.000 euros, un importe con el que podría contar el Consistorio si finalmente se incluye como Bien de Interés Cultural a través del Conjunto Histórico que forma con el castillo.


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