No cabe duda que uno de los eventos deportivos del verano es el Tour de Francia. Bien por ser seguidor acérrimo, esporádico o como simple compañero de siestas, el Tour no deja indiferente a nadie en las calurosas tardes de verano de julio. En Francia es toda una religión y es un evento que alcanza unas cifras estratosféricas en cuanto a incidencia en todos los lugares por los que pasa.
El Tour es sinónimo de fiesta nacional y congrega a curiosos y seguidores de todas las partes del mundo. Precisamente, la cercanía a España de las etapas de los Pirineos, ha hecho que un gran número de salmantinos se hayan agolpado en las cunetas francesas para animar a los esforzados de la ruta, pero también para acercarnos cosas que no se ven por televisión.
La aventura comienza para la mayoría un día antes, y es que para poder ver a los ciclistas hay hasta cola para ?no subir?. No subir, porque la cola es para dejar los coches y después emprender un camino a pie de varios kilómetros para poder coger el mejor sitio, porque el puerto de montaña se cierra hasta tres días antes del inicio de la etapa.
Llegar hasta allí puede ser una ardua tarea, pero el ambiente hace más amena la penitencia de caminar por las rampas de elevada pendiente. Amena también la espera, porque horas antes del paso de la carrera, una espectacular caravana publicitaria ?de más de 20 carrozas y vehículos- ameniza con música, agua, color y múltiples regalos.
Las vistas también acompañan, y antes del paso de los ciclistas es un gran momento para inmortalizar los preciosos paisajes que deja el macizo pirenaico.
El colofón final lo protagoniza el paso de los ciclistas. Las gargantas entonan el ?Allez? y los nombres de los ciclistas más reconocidos se mezclan con los aplausos y los ánimos de un público de lo más variopinto e internacional. Es el momento de máxima explosión de adrenalina, emoción y euforia para alentar y ayudar en el sufrimiento del ciclista; emoción que por un momento se mimetiza con el espectador.
Al final, el cansancio y la realidad vuelven de un guantazo con la bandera verde y el coche escoba. Tener que caminar otra vez puerto abajo y al volante, kilómetros para la vuelta a Salamanca, recordando este día para siempre y soñando con volver.
IMÁGENES CEDIDAS POR AFICIONADOS SALMANTINOS PRESENTES EN EL TOUR
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