Alejandro Sánchez Palomero, el ave fénix que ya es el primer salmantino confirmado para los Juegos de Tokio

Como él mismo dice, la vida tiene estas cosas. Un día estás celebrando el haber conseguido el acceso matemático a los próximos Juegos Paralímpicos, y horas después te pilla una tormenta en medio del entrenamiento, te caes de la bici y te haces una pequeña fractura en un brazo que te impide seguir compitiendo las próximas semanas

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 Meta iseo 2
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Son cosas que le ocurren a los deportistas, claro, pero pese a este reciente contratiempo, Alejandro Sánchez Palomero no pierde la sonrisa. La de ser el primer salmantino confirmado para ir a Tokio en 2020 a la gran cita deportiva en la que todo el mundo quiere estar. Un orgullo para todos los salmantinos amantes del deporte y reconocedores del gran esfuerzo que despliega Alejandro en cada competición de paratriatlón. El pasado 9 de septiembre, el salmantino logró su pase definitivo a la lucha por ser campeón olímpico al imponerse en la prueba de la Copa del Mundo disputada en la localidad gerundense de Bañolas. Lo está disfrutando porque se lo ha ganado a pulso.

“Estoy muy feliz, no te lo puedo negar. Entré en la meta emocionado perdido. Son muchos años de sacrificio”, cuenta a SALAMANCA24HORAS. “Hace unas semanas le pedí a mi madre que me buscara los recortes que guardan mis padres de mis primeras competiciones. Tenía 8 años entonces. Siento que llevo toda mi vida haciendo esto, pero tengo la ilusión de un niño”, asegura.



Y es que Alejandro Sánchez Palomero (Salamanca, 1986) es como el ave fénix. Renació de sus cenizas por primera vez hace 15 años, cuando sufrió un grave accidente de tráfico que estuvo a punto de costarle la vida, pero que le dejó como secuela un brazo derecho sin movilidad y sensibilidad alguna. Ya entonces era un gran nadador, pero el agua le ayudó aún más en su convalecencia.

Siguió compitiendo e integró el equipo nacional que acudió a los Juegos Paralímpicos de Pekín 2008 —donde logró el bronce en los 100 metros braza— y de Londres 2012. Después, un cambio en la reglamentación que le impedía nadar con el brazo sujeto al bañador derivó en en una falta de motivación en Alejandro, que acabó por dar carpetazo a la piscina. Tuvo que reciclarse y eligió el triatlón. Fue su segundo renacimiento y, según dice, el más complicado.

“El cambio del triatlón no fue nada fácil al principio. Cuando en Londres obtuve malos resultados me dio mucha rabia porque sabía que todavía podía dar algo a nivel deportivo”, recuerda. Entonces ya no era sólo nadar. Había que subirse a la bicicleta agarrado sólo por un brazo. También, correr rápido y muy bien. “Recuerdo que, cuando aún era nadador, coincidía con mi actual entrenador, Iván Muñoz, y le preguntaba sobre el triatlón. Creo que fue la evolución natural. Sabía que iba a acabar haciendo esto”, dice Alejandro.

En Salamanca comenzó a entrenar con un buen amigo, Guillermo Gómez Marcos, triatleta y actual responsable de Promoción, Deporte Escolar y Paratriatlón en la Federación de Castilla y León de Triatlón. Guillermo fue su primer mentor, Alejandro comenzó a despegar y, lo más importante, a ganar. Fue oro en el  mundial de Canadá en 2014 y campeón de Europa en Ginebra en 2015. 

Pero en 2016 llegó un nuevo mazazo: Su categoría (PT3) no iba a ser olímpica en Río. “Fue otro duro golpe, ya que mi intención era entrenar para estar en los Juegos, pero el triatlón me había llenado y tenía claro que, si trabajaba duro, iba a tener mi oportunidad”.

Cuatro años después, Alejandro la tendrá; y en su mente aparece el sueño de subirse al podio en la nueva denominación de su categoría: PTS4. No hay muchos deportistas que hayan acudido a unos Juegos Olímpicos en disciplinas distintas. Con él, los salmantinos volvemos a ser afortunados.

"Esto es adictivo y espero que no se acabe nunca. Llegaré con treinta y tres años a Tokio y mi idea es la de retirarme cuando deje de ser competitivo. No sé cuántos ciclos paralímpicos me quedarán, pero creo que uno más seguro y lo mismo hasta puedo llegar a Los Ángeles 2028. Me preparo todos los días para ello y tengo a mi lado referentes que, con 42 años como mi entrenador y amigo Ivan Muñoz, están en un momento físico brutal. Esa es mi motivación diaria", finaliza Álex. 

Su hijo Bruno, de dos añitos, está deseando verle triunfar de nuevo.

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