El poeta chileno Raúl Zurita recibe este miércoles el XXIX Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana

El acto de entrega se celebra a las 19:00 horas en el Palacio Real de Madrid

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 Raul zurita
Raul zurita

S.M. la Reina Doña Sofía entrega este miércoles el XXIX Premio de Poesía Iberoamericana que lleva su nombre al poeta chileno Raúl Zurita, en un acto que tendrá lugar en el Palacio Real de Madrid, a partir de las 19:00 horas, y que contará con las intervenciones de la presidenta del Patrimonio Nacional, Llanos Castellanos, y del rector de la Universidad de Salamanca, Ricardo Rivero.

Auspiciado por Patrimonio Nacional y la Universidad de Salamanca, este galardón reconoce el conjunto de la obra de un autor vivo que por su valor literario constituye una aportación relevante al patrimonio cultural común de Iberoamérica y España.

El jurado de esta edición, reunido el pasado 8 de septiembre de forma telemática por las circunstancias sanitarias motivadas por la Covid-19, destacó la calidad de la obra de Zurita como ejemplo poético de sobreponerse al dolor (en referencia al parkinson que sufre el poeta desde hace años) con versos, con palabras comprometidas con la vida, con la libertad y con la naturaleza.

Zurita: el arte del estremecimiento

La catedrática de Literatura Española e Iberoamericana de la USAL, Paqui Noguerol, responsable de esta edición crítica sobre la obra de Zurita que será publicada el próximo año por Ediciones Universidad de Salamanca considera al poeta chileno, “una de las voces más originales de la literatura contemporánea en español”.

“Visionario y agónico, convencido de que solo merece la pena el arte que provoca el estremecimiento, concibe el tándem ‘literatura y vida’ como un todo, lo que explica que el ‘yo’ aparezca constantemente en sus obras, sea como proyección de la voz de los otros —en la primera etapa de su escritura, que abarca hasta La vida nueva—, o como punto de inflexión para reconocer la fragilidad personal y colectiva, como se aprecia desde INRI hasta nuestros días”, indica Noguerol.

Heredero de la gran tradición lírica chilena —reconocida por el premio Reina Sofía en las figuras de Gonzalo Rojas y Nicanor Parra—, su obra, a juicio de la catedrática, “revela el aliento épico y la ambición de totalidad presente ya en La araucana de Ercilla, continuada en títulos como Altazor, de Vicente Huidobro o Canto general, de Pablo Neruda. Estos grandes proyectos literarios, a los que habría que añadir otros universales como la Divina Comedia dantesca —verdadero eje vertebrador de su escritura—, el Génesis y los Salmos bíblicos, La Ilíada y La Odisea, el Popol Vuh, el Ramayana y el Mahabharata, las Geórgicas virgilianas, Los Cantos de Pound o los Sueños cinematográficos de Kurosawa, dan idea de la magnitud de un programa escritural en el que la letra se conjuga con la matemática y la fotografía, enmarcado en la tradición de la ruptura y signado por la coherencia y la organicidad a lo largo de cincuenta años”.

Su primer poemario, Purgatorio (1979), irrumpió en la escena literaria latinoamericana para convertirse en emblema de una generación traumatizada por la violencia de la dictadura, causando estupor desde un primer momento tanto por su contenido —ajeno al autismo literario e inscrito claramente en la historia— como por su forma —la quemadura que se infligió en la mejilla el autor para denunciar la situación de opresión vivida en el país dio comienzo a una “escritura material” que rebasó los límites de la página para marcar sus trazos en la piel del poeta.

Para Noguerol, esta experiencia de acción-inscripción del mensaje más allá de la palabra se extendió posteriormente a espacios naturales como el cielo de Nueva York —con los astroglifos de humo blanco pertenecientes a La vida nueva dibujados por una avioneta en 1982—, el desierto de Atacama —donde se leyó en 1993 el geoglifo de tres kilómetros “Ni pena ni miedo”—, los acantilados chilenos —en el proyecto “Verás”, de 2011— o el agua de mar —que en la instalación “El mar del dolor” (2017) inundó parcialmente una fábrica en desuso y bañó los poemas escritos en las paredes para denunciar el “viaje” de los niños inmigrantes de Medio Oriente a Europa.

“Gracias a estas ‘marcas’ desmesuradas inscritas en la naturaleza, Zurita desactiva las convenciones literarias para empatizar con el dolor de los humillados de la historia —desaparecidos, torturados, traficados o asesinados por los otros—, hecho clave para entender la propuesta de un autor que subraya la injusticia inscrita en nuestras sociedades pero que apuesta, asimismo, por la utopía, apelando a la construcción de nuevos significados por parte de nuestras sociedades”, concluye la antóloga.


Poetas galardonados

Los poetas galardonados desde 1992 hasta la actualidad han sido los siguientes: Gonzalo Rojas (Chile), Claudio Rodríguez (España), Joâo Cabral de Melo Neto (Brasil), José Hierro (España), Ángel González (España), Álvaro Mutis (Colombia), José Ángel Valente (España), Mario Benedetti (Uruguay), Pere Gimferrer (España), Nicanor Parra (Chile), José Antonio Muñoz Rojas (España), Sophia de Mello Breyner (Portugal), José Manuel Caballero Bonald (España), Juan Gelman (Argentina), Antonio Gamoneda (España), Blanca Varela (Perú), Pablo García Baena (España), José Emilio Pacheco (México), Francisco Brines (España), Fina García Marruz (Cuba), Ernesto Cardenal (Nicaragua), Nuno Júdice (Portugal), María Victoria Atencia (España), Ida Vitale (Uruguay), Antonio Colinas (España), Claribel Alegría (Nicaragua), Rafael Cadenas (Venezuela) y Joan Margarit (España).

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