Acepta tres años de prisión por abusar repetidamente de las sobrinas menores de su ex pareja en Ciudad Rodrigo, pero no entrará en la cárcel

Las niñas han tenido que recibir atención psicológica por los continuos abusos del acusado, quien no entrará en prisión si no delinque en cuatro años

Foto: S24H
Foto: S24H

Un varón ha sido condenado por la Audiencia Provincia de Salamanca a tres años de prisión por un delito continuado de abusos sexuales a menores. Las víctimas son dos hermanas de la localidad de Ciudad Rodrigo, que en el momento de la comisión de los actos tenían 12 y 16 años, y a su vez eran sobrinas de la pareja sentimental, por aquel entonces, del acusado.

El acusado ha aceptado la pena de dos años de prisión por un delito continuado de abuso sexual a menor de 16 años, tipificado en el artículo 183.1 del Código Penal, así como otro año por otro delito continuado de abuso sexual a menor de edad comprendida entre los 16 y los 18 años. Al reconocer los hechos y no carecer de antecedentes penales, el tribunal salmantino ha decidido suspender el ingreso en prisión del varón que deberá cumplir cinco años bajo libertad vigilada, así como a abonar una indemnización de 22.500 euros a cada víctima. No obstante, el ingreso en la cárcel del condenado está supeditado a no delinquir en un periodo de cuatro años, en caso de consumarse algún tipo de delito tendrá que cumplir íntegramente la pena.

Hechos reconocidos por el autor

El acusado, que en el momento de los hechos tenía 39 años, frecuentaba junto a su pareja el domicilio de su hermano situado en Ciudad Rodrigo. Este último vivía con su mujer y dos hijas de 12 y 16 años.

Aprovechando esta circunstancia, en el verano de 2015, el acusado acudía asiduamente a este domicilio acompañado del hijo de su pareja que mantenía una estrecha relación con una de sus primas, al ser de la misma edad. El condenado aprovechaba algunos momentos en los que se quedaba solo con la niña para levantarle la camiseta y el sujetador y tocarle los pechos. Algo que la menor recibió con vergüenza y susto, quedándose prácticamente paralizada y sin atreverse a rechazarlo abiertamente ni contárselo a nadie.

Lejos de frenar los abusos sexuales, y a medida que iba cogiendo más confianza, llegó incluso a chuparle los pechos o a tocarle las nalgas a la niña. Tiempo después, y durante un periodo aproximado de 3 años, el acusado aprovechaba cualquier momento de soledad para meterle la mano a la niña bajo la ropa interior y acariciarle el pubis y tocarle la vulva, aunque sin introducir los dedos, tal y como recoge la sentencia.

Según este mismo escrito, en junio de 2018, en uno de esos encuentros, encontró a la víctima estudiando en su dormitorio, donde había subido para despedirse aprovechando la ocasión para toquetearle una vez más los pechos, tras levantarle la camiseta y el sujetador, diciéndole al marcharse “me voy porque si no, te violo”.

Así mismo, y según la propia sentencia, aprovechando “idénticas ocasiones”, el condenado a tres años de prisión comenzó a actuar de igual forma con la hermana mayor de la primera víctima, que tenía 16 años. En una primera vez la abrazó por detrás y le agarró los pechos y tocó las nalgas, de forma que, ante la sorpresa, la joven se quedó paralizada y no se atrevió a contárselo a nadie.

De igual forma que con su hermana, cuando en el lugar había más gente lo hacía disimuladamente y, sentados a la mesa, el acusado se colocaba a su lado y le ponía la mano sobre los muslos, subiéndola luego hasta la ingle, aunque sin llegar al pubis porque se la hizo retirar.

Sin embargo, en el verano de 2018 la menor de las hermanas, que ya entonces tenía 15 años, tenía previsto asistir a un campamento de verano en la provincia de Guipúzcoa, donde ordinariamente residía el acusado con su compañera sentimental. La niña al temer que tuviera que dormir en casa de su tía y del acusado la noche antes de incorporarse al campamento, y al darse la circunstancia de que acababa de asistir en el instituto a una charla sobre abusos sexuales, le contó lo ocurrido a un amigo y compañero de clase con el fin de que se lo relatara a la madre de la menor, en su presencia, porque ella no se atrevía a contárselo personalmente.

De esta forma, se descubrió todo lo que el acusado había hecho los años anteriores con ella y con su hermana de manera que cayó entonces en la cuenta la madre de las niñas que en alguna ocasión el acusado había tratado de propasarse también con ella, si bien ella lo cortó de raíz, debido a su mayor edad y experiencia. Como consecuencia de tales acciones las niñas han tenido que recibir variada y continuada atención psicológica, que en algún caso aún persiste.

 

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