Esta semana recuperamos una entrevista realizada hace un tiempo al reconocido y exitoso escritor, Teo Rodríguez, quien tiene en su haber, las herramientas perfectas para construir un relato de terror con sello propio de identidad. Pocos como él, saben articular las palabras para enfrentarnos con nuestros mayores temores.

¿Teo, el miedo es la base fundamental para un relato?

– Sí. Para los relatos de misterio, evidentemente el objetivo principal es hacer pasar un buen rato o un mal rato. Yo prefiero llamarlo un “buen rato”, a quien lo escucha o a quien lo lee, o incluso a quién lo ve en el cine o en una serie.

Hay gente que tiene entre tus relatos, sus favoritos. ¿Sabes el calado que ha tenido este tipo de historias entre el público fiel a los misterios?

- Desde luego que es la mayor alegría, por encima de cualquier otra cosa, es la recompensa. El cariño que cada oyente o lector siempre me reporta a través de mensajes, de e-mails, es constante, nunca han dejado de estar ahí, y son ellos los que me dan las ganas necesarias para seguir creando historias, que al fin y al cabo son sus historias. Es un placer para mí.

¿La  definición de “miedo” es concreta o se esparce?

– Con el tiempo, y más cuando vas conociendo los miedos que va teniendo cada persona, uno puede tener miedo a estar encerrado en una habitación oscura, otro puede tener miedo a estar en espacios abiertos en los que no saben qué es lo que va a pasar… Otros no sé, pues por la noche no sacar el brazo por la cama porque teman que alguien se lo va a agarrar por debajo. A raíz de eso, pienso que no hay una definición exacta del miedo. El  miedo más que definirlo, se siente. Es personal, y cada uno tenemos una manera diferente de sentirlo.  Algo que no se puede definir, pero que sí lo podemos sentir todos y además de una manera diferente.

Dentro del campo concreto de los relatos de misterio, ¿el miedo tiene que ser un ingrediente indispensable, o se puede prescindir de él en una historia de éstas?

- Sí, sí se puede. Yo pienso, bajo mi punto de vista, que una historia no puede sólo centrarse en el miedo. Tú imagínate, acabaríamos todos aburriéndonos, porque al presentarnos delante de una historia, ya sabríamos qué es lo que tendríamos. Pienso que siempre hay que aportar algo más. Cada historia debe tener un fondo o algo diferente que la distinga de otras, y que sea capaz de atraer de alguna manera, o dar con un sentimiento de cada persona. Siempre debe haber algo más. Siempre tiene que haber una historia que haga sentir algo más que miedo.

Por tanto, digamos que hay tantos miedos como personas en este planeta.

- Eso es. Por eso yo siempre digo que el miedo no se define, que el miedo se siente.

¿Cómo te inspiras? ¿Quizá en eso que nos has comentado antes, en los miedos específicos que puede tener cada persona a diferentes “amenazas”?

- Hay un poco de todo. Siempre he sido desde pequeño una persona muy miedosa, siempre he tenido miedo a muchas cosas, pero he tenido el punto ese de decir, “bueno pues sí tengo miedo, y estoy aquí acongojado, pero tiro para adelante…”. En estas historias sí que hay toques personales, que sólo los conozco yo y mi gente más cercana, pero muy poca gente. Principalmente es de ahí de donde me nutro, de los miedos que yo tengo. Pero luego, no se puede obviar tampoco al resto de personas, a gente que te cuenta sus casos, que te cuenta sus miedos. Poco a poco vas ampliando el margen para elegir, puede ser incluso a raíz de una noticia. Por ejemplo, hice un relato a raíz de un terremoto. A partir de cualquier noticia puede nacer una historia, adaptarla de alguna manera, para también transmitir y hacer sentir algo más que una simple historia de miedo.

Se ha dado el caso de que algún hecho real o alguna noticia, supera tanto la posibilidad de ficción que te ha resultado complicado llevarlo a un relato.

- Sí, porque hay temas que por desagradables, no me veo relatándolos. Por ejemplo un crimen o una historia truculenta. Nunca me he puesto con ello, porque prefiero escribir a partir de pequeños detalles. No quiero hacer sentir mal a nadie, ni recrearme, ni utilizar algo con lo que la gente lo ha pasado mal, para contar una historia. Por ejemplo, el del terremoto; no me recreo en el hecho, si no que saco un mensaje del relato. Y lo que nos quiere decir es que debemos preocuparnos más por lo que pasa fuera, y dejar de mirarnos tanto el ombligo, porque nunca sabemos si nos vamos a ver en esa situación. Siempre intento sacar algo que aporte cosas importantes.

Es cierto que hay historias que tocan un resorte, tocan algún tipo de fibra….

- Esa es la clave, tú vas a mantener al oyente o al lector pendiente de la historia, si hay algo que capte su atención. Algo que le haga sentirse identificado de alguna manera con una historia.

¿La psicología es una de las principales herramientas que utilizas al escribir una historia? ¿Llevar de algún modo a esa tensión psicológica al lector o al oyente?

- Sí, claro. Tú piensa que la mayor herramienta que tenemos para sentir es la propia mente, entonces, la manera en la que tú vayas guiando a la mente, va a ser el modo en que tú te vas sintiendo. No es que trate de engañar, pero sí tocar esos resortes, que salte la chispita, y te haga en ese momento conectar de algún modo con la historia. Jugar un poquito con la psicología de cada uno, para hacerle sentir la historia.

Imagino que te ocurrirá, que cuando pasa un tiempo desde que escribiste un relato, lo vuelves a leer, para comprobar si a ti mismo que lo escribiste, te puede dar miedo…  

- Sí, me pasa eso, y también con la novela. Al volver a releer, te das cuenta de los momentos de trance en los que entras. Te metes tanto en la historia, que en determinados momentos pierdes el espacio y el tiempo, y no te das cuenta ni de lo que escribes. Y al releerlo te sorprendes. La historia acaba mandando en ti.

¿Qué método utilizas a la hora de inspirarte cuando escribes?

- Muy rápido. Puede surgir en la ducha, por ejemplo, me viene una idea rápida, hago dos anotaciones y el relato sale muy rápido. Muchas de las historias, en media hora están listas. Soy mucho de pensar primero en un final, siempre empiezo las historias por el final, porque creo que es la manera más sencilla de hacerlas. Me imagino un final, y luego me pongo a preparar el trascurso.

En muchas ocasiones, ¿esos relatos se ven bajo el yugo de la autocensura? Dicho de otra manera, una vez que los relees ¿dices esto no, esto no….?

- Sí, eso lo vas ganando con el tiempo, además yo soy muy pesado, nunca me quedo contento, siempre pienso que se puede hacer mejor. Pero a veces puede ser un poco agobiante, porque nunca acabas conforme completamente. Pero es algo que es cómo es. Yo siempre que releo, pienso que se podría haber hecho mejor.

¿Por qué gusta tanto la literatura de misterio y de terror? ¿Quizás es porque evade la mente de los problemas cotidianos de la gente?

- Sí, es uno de los motivos principales. En los tiempos que estamos viviendo, cualquier actividad que sea una salida de la cotidianidad de los problemas, es una manera de evadirse perfecta. Puedes irte a sitios diferentes, estar con gente diferente, con problemas diferentes, y si puedes conectar una horita al día, bienvenido sea.

¿Es más difícil causar miedo a un adulto que a un niño, o no tiene nada que ver?

- ¡Qué buena pregunta!, quizá a los dos por igual, pero el niño es más fácil de atrapar. Y por eso es más bonito también. Es una manera de ver si es buena o no una historia. Los niños son inquietos, están todo el rato para abajo y para arriba, no paran… entonces si eres capaz de hacerlos parar un instante, si eres capaz de ganártelos con unas cuantas palabras…. Yo he estudiado magisterio, soy profesor, y sé lo que es eso. Recuerdo muchos instantes que teniendo la clase alborotada, sabía que en un determinado momento me los podía ganar si era capaz de atrapar su atención, y no hay mejor manera de captar la atención de un niño que contándole una historia. Si eres capaz de captar su atención de una manera diferente, se sienten algo más importantes, más mayores. Luego ya con los adultos, depende, cada persona es diferente.

Es sabido que algunos adultos arrastramos los miedos desde la infancia; algunos van evolucionando, pero hay también algunos que penetran más en unas personas que en otras.

- Hay algunos que duran toda la vida, e incluso se acrecientan. Hay gente de 30 años para arriba que necesitan dormir con la luz encendida, o no pueden dormir con una puerta medio abierta, o con la persiana si se cuelan sombras de fuera. Son miedos que todos hemos tenido de pequeños, y que siguen con nosotros cuando nos hacemos mayores. Hay unos que pasan y otros que nos llevamos a la tumba.

Teo, ¿se puede morir de miedo?

- Bueno, hay sustos, pero sí es cierto que hay miedos que pueden degenerar por ejemplo en una esquizofrenia, acarreando un peligro serio para la salud. Al final los propios miedos son los que atrapan y acaban con su vida.

Gracias por compartir parte de tu tiempo con nosotros.

- Un saludo para todos tus lectores que sé, son buenos y de calidad.

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