Los síndromes mielodisplásicos son un conjunto de patologías de la sangre que suelen afectar a las personas de edad avanzada y que se caracterizan porque la médula ósea no produce suficientes células de la sangre, como los glóbulos rojos. Este tipo de síndromes se conocen también como preleucemia porque pueden derivar la aparición de leucemia, pero en el momento en el que se diagnostican los especialistas no son capaces de discernir cuál puede ser la evolución de los pacientes. Para solucionar este problema, científicos de Salamanca trabajan en un nuevo método que emplea la técnica de citometría de flujo para clasificar mejor a los afectados y tratarlos de forma temprana si los resultados indican que tienen un mayor riesgo de desarrollar la patología.
 
En las fases iniciales de la enfermedad, los pacientes diagnosticados se consideran de bajo riesgo cuando los niveles de células de la sangre se consideran cercanos a los normales o las células tumorales de la médula ósea son escasas, incluso “se puede confundir con una displasia asociada a la edad que entraría dentro de lo normal”, señala Sergio Matarraz, científico del Centro de Investigación del Cáncer (CIC) de Salamanca y del Servicio de Citometría de NUCLEUS, la Plataforma de Apoyo a la Investigación de la Universidad de Salamanca.
 
El problema es que “los pacientes de bajo riesgo se comportan de manera muy heterogénea”, explica, así que el objetivo del proyecto de investigación que desarrolla es identificar los casos que pueden tener una peor evolución. Para ello, emplean la citometría de flujo, una técnica que analiza exhaustivamente las células y sus componentes.
 
Aunque otros investigadores han utilizado ya la citometría de flujo en este ámbito, “hemos sido pioneros en identificar determinadas alteraciones con un pronóstico más adverso para los pacientes de bajo riesgo”, comenta el experto. Los índices que se han venido empleando para los pronósticos de estos pacientes no son muy fiables y, aunque ya hay algunos índices revisados que incluyen nuevos parámetros y funcionan mejor, ninguno tiene en cuenta sólo a los pacientes de bajo riesgo, como pretende este nuevo sistema.
 
Diferenciación entre pacientes
 
A los pacientes de bajo riesgo simplemente se les realiza un seguimiento de su evolución o se les practica alguna transfusión de sangre para evitar la anemia, pero un porcentaje de ellos puede acabar comportándose como los que sufren leucemias aguas, que se someten a tratamientos como el trasplante de médula ósea o la quimioterapia. En estos casos, una intervención terapéutica precoz puede ser clave, por eso, un método que permita identificarlos a tiempo supondría un gran avance.
 
En colaboración con María Díez Campelo, del Servicio de Hematología del Hospital Universitario, el Servicio de Citometría ya ha sido capaz de identificar con precisión cuáles serían esos pacientes a través del nuevo método, pero ahora es necesario validarlo a través de un largo estudio para que pase a incluirse en las rutinas clínicas. Gracias a una ayuda de la Asociación Española Contra el Cáncer de 135.000 euros para tres años con posibilidad de prórroga de otros dos, se va a poner en marcha esa investigación que incluirá a cientos de pacientes. “Se necesitan al menos cinco años, vamos a recopilar muestras de pacientes nuevos y se les realizará un seguimiento”, explica el especialista, “así comprobaremos si realmente somos capaces de identificar los casos de alto riesgo”.
 
Una vez que el método esté definido, se incluirán los datos en un soporte informático. “El software dirá automáticamente qué parámetros están alterados y cuánto”, señala el científico, de manera que los pacientes de riesgo bajo quedarán rápidamente clasificados al menos en tres categorías según los tipos de alteraciones que presenten: leves, moderadas o severas. De esta manera, los enfermos quedarán mejor clasificados y se podrán recibir mejores tratamientos y antes si fuera necesario.

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