Había expectación por el primer discurso de Navidad del rey Felipe VI, sobre todo dos días después de que su hermana Cristina haya sido imputada y llevada a juicio por delito fiscal, y el primer tema a abordar tras el saludo fue precisamente la corrupción. "No debemos dejarnos vencer por el pesimismo", dijo, para añadir que "necesitamos referentes morales a los que admirar, necesitamos una profunda regeneración, la lucha contra la corrupción es un objetivo irrenunciable". Y es que el monarca considera fundamental que la corrupción no "eche raíces" y "no existan tratos de favor", que "no se empañe nuestro prestigio e imagen en todo el mundo". Porque "queremos una España sana y limpia".

"Estamos viviendo tiempos complejos y difíciles para muchos ciudadanos y para España en general. La dureza y duración de la crisis económica produce en muchas familias incertidumbre por su futuro; la importancia de algunos de nuestros problemas políticos genera inquietud; y las conductas que se alejan del comportamiento que cabe esperar de un servidor público, provocan, con toda razón, indignación y desencanto", comenzó el rey su discurso. "Los problemas que he mencionado han dado lugar a una seria preocupación social. Sin embargo, no debemos dejarnos vencer por el pesimismo, el malestar social, o por el desánimo; sino afrontar con firmeza y eficacia las causas de esos problemas, resolverlos y recuperar el sosiego y la serenidad que requiere y merece una sociedad democrática como la nuestra", añadió.

Recordó Felipe VI que el pasado mes de octubre afirmó en Asturias que "necesitábamos referencias morales a las que admirar, principios éticos que reconocer, valores cívicos que preservar. Decía, entonces, que necesitábamos un gran impulso moral colectivo. Y quiero añadir ahora que necesitamos una profunda regeneración de nuestra vida colectiva. Y en esa tarea, la lucha contra la corrupción es un objetivo irrenunciable. Es cierto que los responsables de esas conductas irregulares están respondiendo de ellas; eso es una prueba del funcionamiento de nuestro Estado de Derecho. Como es verdad también que la gran mayoría de los servidores públicos desempeñan sus tareas con honradez y voluntad de servir a los intereses generales".

Pero "es necesario evitar que esas conductas echen raíces en nuestra sociedad y se puedan reproducir en el futuro. Los ciudadanos necesitan estar seguros de que el dinero público se administra para los fines legalmente previstos; que no existen tratos de favor por ocupar una responsabilidad pública; que desempeñar un cargo público no sea un medio para aprovecharse o enriquecerse; que no se empañe nuestro prestigio y buena imagen en el mundo. Pocos temas como éste suscitan una opinión tan unánime. Debemos cortar de raíz y sin contemplaciones la corrupción. La  honestidad de los servidores públicos es un pilar básico de nuestra convivencia en una España que todos queremos sana, limpia".

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