Se trata de una pieza de madera policromada de unos 350 años de antigüedad, que según la restauradora Cecilia Herrero, máxima responsable de los trabajos realizados, destaca porque “la policromía es bastante original, tiene una mezcla de colores atípicos como son el azul, el rojo y los dorados”.
La pieza, de 5,5 por 4 metros, estaba bastante afectada por los xilófagos. De hecho, la primera parte de la restauración ha consistido en un proceso fitosanitario de desinsectación. Después llegarían la consolidación de la madera que estaba muy debilitada por el ataque biológico; el proceso de limpieza química porque se encontraba muy sucio y oxidado, la fijación de la policromía, la reposición de las partes de materia que faltaban o el estucado general.
Según Herrero, con cuya labor la localidad se siente muy satisfecha, lo más complicado es “la consolidación ya que estaba muy afectado por el ataque biológico”. Además del retablo, se ha procedido a la restauración de otras ocho tallas de esta iglesia durante los dos últimos años y medio: Virgen del Rosario, Santa Águeda y Santa Lucía, Santa Catalina, Santo Domingo de Guzmán, San Juan, San Francisco y San Antón. Tanto la restauración del retablo como la de las tallas ha supuesto una inversión de unos 25.000 euros que han sido sufragados gracias a donativos vecinales.
En el caso de la Virgen del Rosario, la restauración ha sido costeada por dos vecinas y la imagen de Santa Águeda fue arreglada con la aportación de la asociación cultural. Todo lo demás ha sido costeado exclusivamente por la comunidad sin ningún tipo de ayuda pública.
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