El Informe 2014 de la Fundación Foessa, bajo el título ‘Desigualdad y derechos sociales. Análisis y perspectivas’, muestra de manera contundente la dimensión de los efectos sociales de la crisis en las personas más pobres. Los datos indican que ese proceso de empobrecimiento se ha profundizado en extensión e intensidad. Sin embargo, el hecho más destacado es, como alerta Cáritas, “el incremento severo de la desigualdad social que nos muestra una sociedad fracturada”.

La brecha que se ha abierto entre las personas empobrecidas y las personas con más posibilidades de acceso a bienes y servicios es alarmante, a juicio de la institución benéfica. Según datos del Informe, los ingresos medios de las personas más ricas de España son siete veces superior al nivel medio de ingresos de quienes tienen menos rentas. Y desde el comienzo de la crisis, esta diferencia se ha incrementado en un 30%.

Al analizar el comportamiento de la renta per cápita, el Informe constata que las cifras actuales son muy similares a las que existían hace más de diez años, lo que invita a pensar en más de una década perdida. Es decir, la renta de 18.500 euros que en promedio recibieron los españoles en 2012 es inferior en términos de capacidad adquisitiva a la que ya existía en el año 2001. Asimismo, desde 2007 la renta media ha caído un 4%, mientras que los precios se han incrementado en un 10%, lo que ha provocado un deterioro de las rentas de los ciudadanos españoles sin parangón en las últimas décadas.

Para los autores del Informe, el rasgo más preocupante de la evolución de la renta en la crisis es el aumento sin precedentes de la desigualdad en su distribución, ya que desde 2006 los ingresos de la población con rentas más bajas han caído cerca de un 5% en términos reales cada año, mientras que el crecimiento correspondiente a los hogares más ricos ha sido el mayor de toda la población.

Efecto de la destrucción de empleo y los recortes

La destrucción de empleo y la moderación salarial han sido determinantes en la reducción del nivel de renta de los hogares españoles, a lo que cabe sumar el efecto negativo sobre la renta disponible que han tenido tanto algunos de los cambios en las prestaciones sociales (reducción de las cuantías de la prestación contributiva de desempleo) como las mayores exigencias para percibir el subsidio y el aumento de algunos impuestos (incremento de los tipos marginales del IRPF y de los tipos del IVA).

La evolución del empleo es uno de los factores que más están contribuyendo al deterioro de la situación social de un número cada vez mayor de hogares, si se tiene en cuenta que durante el año 2012 el mercado de trabajo registró los que probablemente pueden caracterizarse como peores resultados de la etapa democrática.

Los datos del Informe Foessa indican a que asistimos a un proceso de empobrecimiento que eclipsa a los más pobres. Como ha denunciado Sebastián Mora, “se está dando una especie de invisibilización de la pobreza y de la exclusión severa por saturación y extensión de la pobreza. La pobreza severa se ha incrementado de manera importante y esto nos habla de personas más allá de las fronteras de la dignidad. Estamos borrando las fronteras de la dignidad humana en este contexto social que vivimos”.

Para el secretario general de Cáritas “la erosión de las políticas sociales han mostrado su impacto especialmente en los colectivos más vulnerables y es también evidente cómo nos hemos olvidado de los pueblos del Sur, hemos excluidos continentes y países de nuestro pensamiento, de nuestra solidaridad, de nuestro compromiso”. De hecho, la evaluación de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y las políticas de cooperación (ADO) que se analizan en el Informe muestran un horizonte desalentador.

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