La fachada civil de mayor calidad patrimonial de la ciudad, la del edificio construido y donado por el filántropo y artista palentino Julio del Campo en la calle del mismo nombre, ya luce similar a cómo se concibió en 1917 cuando el inmueble se construyó y donó a la ciudad como escuelas. Esta semana se remata con los últimos retoques una intervención impulsada, después de años de desidia, por el Ayuntamiento de León y qe ha tenido un coste final de 45.375 euros.

Este proyecto permite ver desde ya, una ver retirados los andamios, con todo su esplendor las esculturas en relieve y las inscripciones que desde siempre tuvo este edificio que hoy alberga el archivo municipal. Un recorrido por un amplio elenco de personajes históricos que fueron importantes para la capital leonesa, como los canteros Pedro Deustamben, Juan de Badajoz o Juan de Arfe, otros personajes de la cultura como Pedro Ponce de León, San Isidoro de León, Sierra Pambley o Gumersindo Azcárate, y figuras del arte universal como el inventor de la imprenta, Juan Guttemberg, Miguel Ángel o Marconi, Franklin, Edison o Santiago Ramón y Cajal.

A pie de calle o desde el estudio de arquitectura de José Luis Mateos García, que permitió amablemente a iLeon.com realizar las fotos que acompañan esta noticia, ya se pueden apreciar con todo lujo de detalles unas figuras e inscripciones que hasta hace meses apenas eran reconocibles y legibles, dado el nivel de suciedad acumulado sobre la piedra de este impresionante inmueble. En realidad, la intervención municipal prácticamente se ha ceñido a labores de limpieza exhaustiva de la piedra, aunque también se aprecia que en algunos casos -especialmente en la parte superior, del primer piso- se han retocado con pintura algunas de las leyendas, en un tono más fuerte que el resto, algo que no termina de gustar a los más puristas porque rompe la uniformidad de las inscripciones.

Sabios, maestros y más

Construido en un solar de 1.161 metros cuadrados, la conocida fachada recoge en total más de 600 palabras en bajorrelieve, numerosos ornamentos y bustos, que resumen en total una exaltación de León y sus artistas más importantes -"nuestros sabios y filántropos"-, así como el entusiasmo por la enseñanza y la educación. Aparte de los personajes a los que ensalza, el propio escultor Julio del Campo se reserva para sí mismo un busto con su reconocible barba en el que, con la mano izquierda sostiene un pergamino desplegado que señala con el índice el texto que reza: "A mis maestros".

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