El aguacero de las once de la mañana auguraba la suspensión de la celebración. Músicos, hermanos de las cofradías y organizadores ya daban por hecho la cancelación del desfile procesional por temor al deterioro de las imágenes así como de las gigantillas y cabezudos. 

Sin embargo, media hora más tarde, tras la finalización de la Santa Misal en la Catedral, el cielo se abría y daba paso a un sol radiante para alegría de todos los presentes. ?Recorreremos el tramo que se pueda?, advertían desde la organización. Así, los integrantes de la asociación cultural Tradición y Música Popular abrían una extensa comitiva arropada también en las orillas por cientos de devotos a lo largo de todo el trayecto. 

La Negra, Ramón, El Turco y el Abuelo encabezaban el desfile desde las alturas seguidos de cerca por la Tarasca de Ramón Álvarez y la Banda de Cornetas y Tambores de la Cofradía Jesús de Nazareno. Floridos altares ornamentaban el itinerario, guarnecido por el aroma a romero y tomillo. Asimismo, señas Bermejas, banderas españolas y mamposteros colgaban de los balcones de los hogares zamoranos, adornados para la ocasión. 

Todos ellos se dirigieron por la Rúa de los Notarios, Rúa de los Francos y Calle de Ramos Carrión hasta llegar a la Plaza Mayor. Allí, el cielo se encapotó de nuevo para dar paso a unas gotas de lluvia que provocaron el disgusto momentáneo de familiares y organizadores, quienes se apresuraron a proteger con sus paraguas a los niños de comunión. Pero al igual que al inicio del cortejo, el sol volvió a brillar con fuerza en los actos centrales de la jornada: el lanzamiento de pétalos y la bendición por parte del Obispo de la Diócesis, Gregorio Sacristán, visiblemente mareado debido al calor y al cansancio del trayecto.

 

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