La falsificación de productos y su compra por los consumidores ha sido el tema principal de una jornada de la Confederción Española de Consumidores y Usuarios (CECU), dando a conocer su campaña #VerdaderoOFalso. Y es que muchas personas no saben distinguir un producto falsificado de uno original, pues sólo un 16% considera que podría hacerlo.

Por ejemplo, más de la mitad (52%) reconoce haber comprado alguna vez un producto falso y, de ellos, casi tres de cada cuatro (72%) sabían que lo era. Pese a todo, el 69% percibe la falsificación de productos como algo negativo. Los consumidores reconocen que el deseo de tener un producto de prestigio social a un precio menor es lo que les mueve a comprar falsificaciones.

La mitad de los sondeados desconocen la dimensión real del problema en la actividad empresarial de nuestro país. Sólo uno de cada diez acierta al ponderar el impacto sobre la pérdida de puestos de trabajo. Muy pocos consumidores reclaman al venderles un producto falsificado como si fuera original. Además, la mayoría no sabría ni dónde ni cómo reclamar.

Los productos falsificados son un gran problema: ponen en peligro a los consumidores, dañan el medioambiente, generan desempleo, reducen los ingresos del Estado y benefician a las mafias. De ahí la campaña de CECU, para tratar de revertir esta situación y hacer conscientes a los consumidores de los riesgos que asumen al comprar y utilizar falsificaciones.

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