Dos hombres, de 64 y 32 años de edad, han fallecido ahogados en el túnel subterráneo que hace el trasvase del río Curueño al embalse del Porma, a través de la montaña.

Al parecer, los dos deportistas, uno natural de Asturias y el otro vecino de Tolibia de Abajo, querían atravesar este conducto de unos 6 kilómetros de longitud que, junto con la presa del Porma, se construyó para acceder a la otra parte del valle, salvando un terreno de calizas, pizarras y cuarcitas. El trasvase tiene una capacidad de 22 m³/s para incorporar al embalse las aportaciones del río Curueño, uno de sus afluentes.

Al no regresar a casa, los familiares dieron parte al Grupo de Rescate e Intervención en Montaña (Greim) de la Guardia Civil, quienes este domingo rescataron los cuerpos sin vida hacia las 19.00 horas de la tarde, tras haber sobrevolado la zona en su búsqueda con un helicóptero

El intento de estos dos ciclistas tristemente fallecidos no es una práctica inusual. Ya decía Julio Llamazares en su libro 'El río del Olvido' que: "La presa de Villarín, a la que el viajero llega cuando en las hoces comienza a hacerse de noche, es un pequeño dique, pero el túnel es una obra de ingeniería a tono con el entorno en el que se abre. No en vano mide siete kilómetros y fue excavado en la roca a pura fuerza de voluntad. Pese a lo cual, sólo se usa en primavera (y cuando las tormentas de verano convierten al Curueño en un gran río), mientras que el resto del tiempo sirve tan sólo para que algún vecino de estas aldeas pase por él hacia el otro lado, alumbrándose con una linterna o con el toco de la bicicleta y ahorrándose de ese modo los cincuenta kilómetros que tendría que recorrer- bajando a La Vecilla y cruzando hasta el Boñar- de hacerlo por carretera. El Curueño, aunque bravío, no da para todo el año".

 

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