La crisis aumentó el número de personas adultas que viven en situación de precariedad, debido al repunte del desempleo, a la reducción de salarios y a los ajustes llevados a cabo por las distintas administraciones en los últimos años, según se desprende del informe 'Adiós a las clases medias', elaborado por los Técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha), presentado en su duodécimo Congreso anual.
 
El informe, según explica Gestha, se ha elaborado a partir de datos oficiales de diferentes organismos estatales y autonómicos, revela que la tasa de precariedad, que incluye núcleos familiares con ingresos conjuntos iguales o inferiores a 12.000 euros brutos anuales, así como familias sin ingresos se sitúa en el 44 por ciento de la población.
 
De esta forma, según los Técnicos del Ministerio de Hacienda, las rentas de los hogares 'mileuristas'  se concentran, sobre todo, entre los asalariados que suman 912.451, seguidos por los adultos sin ingresos (118.305) y los autónomos (95.755). Por provincias, Ávila (49,4 por ciento de la población) y Zamora (49 por ciento) son las que más precariedad presentan, seguidas de León (45,5 por ciento), Palencia y Salamanca (43,9 por ciento) y Segovia (43,7 por ciento). Tras ellas se sitúan Soria (42,5 por ciento), Burgos (42,1 por ciento) y Valladolid (40,8 por ciento).
 
Según el informe, en España, a finales de 2007, cuando apenas se empezaban a notar los efectos de la crisis, la precariedad se extendía al 40 por ciento de la población, unos 18,5 millones de personas, entre los que se contabilizaban 2,1 millones de adultos sin ingresos, 744.000 personas menos. Desde entonces, los rendimientos del trabajo de los asalariados y autónomos no han dejado de caer, mientras que, por el contrario, “las rentas altas han invertido gran parte de su capital en diferentes instrumentos como las SICAV, sociedades patrimoniales y otros instrumentos de inversión para reducir o eludir sus pagos al fisco”. 
 
En este sentido, desde Gestha se destaca que “Hacienda pierde anualmente cerca de 300 millones de euros por la baja tributación de las sociedades de inversión, que se sitúa en sólo un 1 por ciento. Esta cantidad es solo la punta del iceberg que oculta una bolsa de rentas del capital y plusvalías de dimensiones gigantescas en manos de los accionistas que no tributan en el IRPF, mientras no retiren su participación; y las grandes fortunas evitan retirar sus fondos para no pagar al fisco”.

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