El Catedrático de Histología y Anatomía Patológica de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de León, Juan Francisco García, concluye en su informe de necropsia que el diagnóstico final de muerte del oso pardo, hallado en las inmediaciones de Villablino, fue una hepatitis vírica aguda producida por 'Adenovirus canino tipo I'. Esta patología ha sido diagnosticada en Estados Unidos en oso pardo, y negro, y en plantígrados en cautividad o salvajes restringidos en espacios pequeños con densidades de más de 150 osos por kilómetro cuadrado.
 
El contagio puede haberse debido a la presencia de perros infectados portadores, generalmente no vacunados, así como a otros cánidos como el lobo o el zorro. La eliminación del virus se realiza por la orina y heces, durante meses, contaminando objetos y alimentos. El contagio se realiza por vía orofaríngea.
 
Las lesiones observadas en hepatocitos, células endoteliales de varios órganos y tejidos, así como en células tubulares y glomerulares y la encefalitis vírica, son características de hepatitis vírica contagiosa aguda por Adenovirus canino tipo I, no asociándose en el estudio ninguna otra patología. Las hemorragias y edemas en diferentes órganos, tejidos y cavidades corporales son debidas a estas lesiones vasculares. La muerte se produce finalmente por fallo cardíaco agudo asociado y shock cardiógeno. El ejemplar de oso pardo es un macho adulto de unos 140-160 kilogramos y una longitud de cola a hocico de 1,85 metros, un contorno de pecho de 1,20 metros y una altura a la cruz de 99 centímetros.

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