Pese a que las contrataciones estivales redujeron el desempleo entre mayo y julio, ya a finales de verano se incrementaron los parados en un centenar. Septiembre puso de manifiesto este escaso efecto en las contrataciones de verano, con 1.236 parados más en el sector servicios, confirmado con otros 958 parados en octubre. Y es que antes de la crisis tanto la hostelería como el comercio generaban puestos de trabajo entre marzo y septiembre, manteniéndolos durante el resto del año. Ahora se destruyen a marchas forzadas en otoño e invierno, sólo produciéndose contrataciones entre mayo y julio, apenas tres meses.
La provincia charra se caracteriza por el turismo, sobre todo tras el pinchazo de burbuja inmobiliaria, como fuente de riqueza y creación de empleo, pero la crisis pasa factura al bolsillo de los españoles y son necesarios menos trabajadores. Así, la hostelería y el comercio ya no tienen capacidad para absorber desempleados de otros sectores y pierden fuelle respecto a años anteriores, generando escasos empleos.
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