Los carteles negros sobre fondo amarillo anunciando un negocio de compraventa de oro comienzan a reducirse al remitir el furor por este metal, lo que está propiciando el cierre de tiendas y franquicias.

Según explica Ramón Bilbao, director gerente de Metales y Derivados del Oro, “estamos asistiendo a una criba propiciada, sobre todo, por dos factores: el primero la corrección en el precio del oro físico que alentaron sin pudor los bancos centrales para, suponemos, devolver las toneladas de oro que adeudan a sus prestamistas, sobre todo chinos. Por otro lado, el inevitable agotamiento de las reservas de oro para vender que los particulares de nivel socio económico medio-bajo tenían en sus casas y que tuvieron que vender en forma de incesante goteo para paliar sus maltrechas economías”.

Al haber menos oro en circulación y el precio ser menos atractivo, algunas pequeñas tiendas, sobre todo de pueblos y periferias, están empezando a cerrar sus puertas. También hay franquicias y cadenas de Compro Oro que comienzan a desprenderse de aquellos locales de sus redes que arrojan peores resultados por su ubicación. “Esta circunstancia va a hacer que el sector se depure y se profesionalice para, en los próximos años, convertirse en una actividad más rentable, más regulada y más profesional”.

A modo de ejemplo, una tienda con una producción de 5 kilos de chatarra mensuales puede obtener en torno a 10 gramos más de oro puro por kilo, al año más de seiscientos gramos. “El futuro inmediato de las tiendas del sector pasa por el afinaje y la venta del metal a empresas capaces de ofrecer ese servicio. Desde hace meses venimos notando un incremento considerable de empresas que se animan a profesionalizarse y mejorar sus resultados”, concluye Bilbao.

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