Una vez más, cerca de las bibliotecas se respira el ritmo frenético de la selectividad, y los nervios están a flor de piel. Para muchos la Selectividad es ya un recuerdo lejano, y aunque todos reconocen haber estado en la piel de quienes sienten más presión, a día de hoy aseguran que es un examen relativamente fácil, y que cualquier otro a lo largo de la carrera lo supera con creces en dificultad.

Todos coinciden en que aprobar es fácil, pero lo cierto es que las notas de corte han subido, y los jóvenes se juegan todo en una sola tirada, por lo que el estudio adopta una forma  intensiva y agotadora. Los futuros universitarios que no pueden permitirse simplemente aprobar han elaborado un plan alternativo, y han pensado en otras opciones de carrera, por si la nota les deja a las puertas de la facultad deseada.

Los estudiantes coinciden en que Historia es una de las asignaturas que más temen. Sobre todo, la concentración de un temario tan amplio en tan poco tiempo descoloca a muchos de los aspirantes. A la hora de sentarse frente a los libros y apuntes, optan por el método de estudio tradicional: paciencia y muchas horas. Ese es también el consejo que dan los universitarios que han tenido que pasar por ello hace tiempo.

Eso, y estar tranquilos, porque aprobar es más fácil de lo que parece, según dicen. Aunque los nervios seguirán siendo un clásico, y nunca faltarán a la cita. La confusión también reina para muchos. Aunque los jóvenes se han molestado en consultar la nota que necesitan, hay quien aún no lo tiene claro, y ante la duda, va a por todas: “En un sitio pone que necesito un 7, y en otro un 10”. 

Las esperanzas, en este caso, quedan depositadas en las asignaturas específicas. “Si hago bien las específicas no creo que tenga problema”. El estrés  se incrementa también en vísperas de los exámenes. “Estudio mucho, desde las 8 de la mañana hasta las 8 de la tarde, y apenas hago descansos”. Resulta difícil discernir entre el agobio y la responsabilidad, pero incluso los universitarios más veteranos confían en los sucesores que ocuparán algún día sus pupitres en las aulas de la facultad, y les envían sus ánimos, convencidos de que superarán la prueba sin dificultades, al igual que la superaron ellos tiempo atrás.

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