De sobra es conocido que el primer año de infantiles siempre es muy duro. Los pequeños futbolistas deben amoldarse a las nuevas dimensiones del terreno de juego y la transición es costosa. Este es el caso del infantil B del Carbajosa que, de momento, ha conseguido una victoria en sus primeros partidos en la Segunda Provincial.

Este no tan buen arranque, sin embargo, se lo toman en el equipo como una oportunidad para seguir progresando. A pesar de la dificultad, la suerte del conjunto es que a todos les gusta el fútbol y todo así es mucho más fácil. Además, se conocen entre ellos ya que llevan jugando mucho tiempo y, aunque las nuevas posiciones están asimilándose despacio, no les cabe duda de que, una vez aprendido, los resultados irán llegando.

De momento, eso sí, el trabajo se centra en la adaptación de los pequeños futbolistas al nuevo terreno de juego, lo que implica unas consideraciones físicas y tácticas, primordialmente. Estas, además, se dejan ver más en campos grandes como el Justo Sánchez Paraíso en el que la adaptación siempre es más complicada.

A pesar de ello, los objetivos en la temporada no varían. En primer lugar siempre están los que están marcados desde el club, mientras que, en lo estrictamente deportivo, más allá de la adaptación comentada anteriormente, es importante que aprendan a jugar en bloque y pensando tanto de manera individual como en equipo.

Todo ello se debe realizar a través de la diversión y la competición en el que ninguna de ambas cosas prime sobre la otra. Para aprender hay que competir y si alguien se queda atrás, difícilmente podrá recuperar más adelante este tiempo. Sin embargo, y más allá todavía, existe el plano afectivo en el que deben entender que el equipo va más allá que 17 compañeros. Son una pequeña familia que entrena para jugar y lucha durante muchos meses para levantar al equipo y representar a un club como el Carbajosa.

Además, y siguiendo por esa diversión, el equipo intenta tener el balón para conseguirlo. Obviamente, los contrarios juegan y a veces no es posible pero de estos retos, incluso, también se aprende, aunque no parezca posible en un primer momento. También, y muy importante, nunca se puede perder de vista que, además de entrenadores, el cuerpo técnico de un equipo también debe educar.

Así, la convivencia en el vestuario con el respeto entre todos se hace inevitable, aunque este año apenas haya que hacer hincapié sobre ello debido a un buen grupo humano. Pero esto no es lo único. La solidaridad dentro y fuera del campo es algo que también se trata de enseñar para que, en un futuro, lo puedan llevar más allá de los límites del terreno de juego. El respeto a todo el mundo, incluidos los rivales y árbitros en un tiempo en el que esto parece tambalearse, es otro de los valores que, en el poco tiempo que pasan en el Justo Sánchez Paraíso, se busca que adquieran. Seguro que, poco a poco, en una temporada tan larga, todos los resultados irán llegando.

La plantilla está formada por Iván y Adrián (porteros); Marco, David, Víctor, Saúl y Mario (defensas); Unai, Guerrero, Dani, Lucas y Alonso (centrocampistas); Adrián, Manuel, Jesús, Pablo y David (delanteros); Javier Palomar (delegado) y Julio Hermosa (entrenador).

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