Un joven de unos 30 años de edad protagonizó este último día del año una insólita estampa en la rotonda de la Puerta Zamora. Ni corto ni perezoso, y por espacio aproximado de media hora, dejó sus enseres en el suelo y se subió al borde de la fuente ubicada  en la glorieta. Apoyado sobre sus rodillas realizó diversos ejercicios de respiración y posturales.

Dado que se trata de una de las zonas más transitadas de la ciudad, cientos de conductores y otro buen puñado de viandantes miraban atónitos al joven que, impasible, continuó con su rutina de relajación de la que repitió varios ciclos. Además, durante varios minutos se quedó frente al torrente de agua con la mirada perdida o bien con los ojos cerrados, únicamente escuchando el ruido a su alrededor.

Tanto los taxistas de la parada cercana como los clientes de los comercios de la zona fueron también espectadores privilegiados de un llamativo espectáculo que terminó con el joven bajando de la fuente para ir al encuentro de uno de los árboles situados junto a Caja Rural al que sujetó durante varios segundos para poner fin de esta forma a un curioso ritual, sobre todo por el sitio escogido para realizarlo.

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