Venancio Blanco comenzó su discurso, tras haber recibido la Medalla de Oro de la ciudad, agradeciendo esta distinción a las autoridades y a los presentes en el acto por el reconocimiento a toda su obra. Un discurso que no se sostuvo sobre ningún papel, pues Venancio prefirió mostrarse cercano y articular toda palabra que le saliera del corazón. En suma, también se mostró agradecido e ilusionado por compartir este reconocimiento con otros compañeros de profesión y artistas como Fernando Mayoral y Agustín Casillas. Irónico, se dirigió al alcalde diciendo ?que había matado tres pájaros de un tiro? y que habría tenido difícil deshacerse de alguno de ellos para recibir esta significación.

El escultor charro realizó un repaso a toda su vida desde su nacimiento en el municipio de Matilla de los Caños del Río allá por 1923, aunque dijo no haber descubierto la escultura hasta sus visitas a Roma. Escultura, como su vida, ?entendida como un juego?. De hecho, en la ciudad italiana fue director de la Academia Española de Bellas Artes. Paso que dio tras ser miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, donde continuó su formación como escultor siendo sus pilares la familia, los amigos y sus maestros.

Aseguró ante los presentes que su mayor fuente de inspiración ha sido la naturaleza y la propia vida. ?Son una manera de enriquecerte?, apostilló Venancio Blanco, que pidió ante todos otra vida igual de larga como la que ha vivido para agradecer la acogida de toda su obra. Y una vida que mira hacia adelante sin límite, pues como señaló, ?tengo todavía la ilusión de encontrar mi propia escultura? y prometió seguir formándose y trabajar por ello. Finalmente, Blanco también dijo sentirse ?contento y orgulloso? porque su obra viva casi al completo en Salamanca.

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