Este lunes entra en vigor completamente el Real Decreto que establece que los aceites que se pongan a disposición del consumidor en los establecimientos de hostelería y restauración, y en los servicios de catering, deberán presentarse en envases etiquetados, deberán estar provistos de un sistema de apertura que pierda su integridad tras su primera utilización y deberán disponer de un sistema de protección que impida su rellenado una vez agotado su contenido original.
 
La nueva norma, que entró en vigor el pasado 1 de enero, contemplaba la posibilidad de utilización de las existencias de productos adquiridos antes de la entrada en vigor del Real Decreto. De esta forma, los aceites de oliva y los de orujo de oliva adquiridos por el sector de la hostelería, restauración y catering podían seguir poniéndose a disposición del consumidor final durante dos meses.
 
La norma persigue continuar avanzando en la garantía de la calidad y autenticidad de los aceites puestos a disposición del consumidor final. Asimismo, tiene como objetivo mejorar la imagen del producto, en particular de las denominaciones de origen protegidas y las indicaciones geográficas protegidas y de las marcas productoras consolidadas en el mercado. También tiene como finalidad informar mejor al consumidor sobre las características del aceite que se pone a su disposición.

Protestas de los hosteleros

La Federación Española de Hostelería (FEHR) denuncia que el Gobierno, al aprobar la prohibición de las aceiteras rellenables, no ha tenido en cuenta el impacto de desplazamiento de la demanda que producirá una multiplicación de entre cinco y siete veces el precio del producto. Además, advierte de que no se toman en consideración los aspectos medioambientales ya que la medida producirá un incremento del volumen de envases, plásticos y vidrios, que no tiene justificación práctica y de gran impacto medioambiental.
 
Lamenta también que no se ha realizado un estudio de las nuevas necesidades logísticas, de ubicación del producto y de espacio que harán que el aceite pueda ser sustituido por condimentos y aliños diferentes, más cómodos, sencillos, económicos y no sujetos a normativas tan estrictas como la que se pretende imponer al aceite de oliva. En la misma línea, critica el desperdicio alimentario que producirán unos envases de 20 centilitros que en casi ningún caso se agotan en el uso monodosis y que sin embargo se convierte en residuo y por tanto derroche alimentario.
 
Por otro lado, reprocha al ejecutivo que se produce un perjuicio de pérdida de personalización de los establecimientos, no pudiendo utilizar sus propios dispensadores. Además rechaza de plano la asociación de aceitera rellenable con la de envase de poca calidad o producto de mala calidad. "Que el producto no tenga etiqueta cuando está en la mesa del restaurante o la barra del bar no es una pérdida de información al consumidor, ya que se dispone de cartas, paneles y lo que es más importante el conocimiento y atención de nuestro personal de sala y barra. Los establecimientos de hostelería no son supermercados; por ello no tener la etiqueta no es sinónimo de desinformación", concluye.
 

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