Año tras año los profesores comprueban cómo la conflictividad en el ámbito escolar sigue siendo diversa y viene diferenciada por niveles educativos. Cada uno de los niveles posee unas connotaciones particulares que, analizadas, nos permitirán tener un conocimiento más exacto de la problemática que se vive en los centros. 

De forma paulatina se viene percibiendo un cambio en los niveles educativos a los que pertenecen los distintos profesores que contactan por agresiones verbales o físicas. Si bien en el inicio del servicio del Defensor del Profesor en el año 2005 eran profesores de secundaria mayoritariamente los que requerían la ayuda, la tendencia ha ido cambiando y en la actualidad el porcentaje de primaria (40%) se sitúa por encima del de secundaria (39%) y la diferencia se hace mayor si a ese porcentaje sumamos el de educación infantil (7%). 

La problemática en ambos niveles tiene una doble vertiente, por una parte la administrativa, generada por la reducción de recursos humanos llevada a cabo en el ámbito educativo como consecuencia de los recortes sufridos y reflejados en los presupuestos de educación y por otra la relacionada con los miembros más directos de la comunidad educativa: padres y alumnos. Otro de los aspectos importantes denunciados por el profesorado a lo largo del curso y que inciden más directamente en su estado anímico, son los problemas de convivencia que surgen en el día a día dentro de su entorno educativo 

En relación con el alumnado la mayor problemática se sigue dando en secundaria y dentro de la misma en los niveles educativos de la ESO, donde resulta más difícil dar clase, y por lo tanto, donde se acusan los problemas de mayor gravedad. En este sentido, es lógico pensar que la inmadurez del alumno, ser una enseñanza obligatoria, hasta cuarto de la ESO, donde en ocasiones los intereses de algunos alumnos nada tienen que ver con los contenidos que se imparten, influyan en la problemática escolar. 

?Aun así no deja de llamar la atención el incremento del número de llamadas recibidas en este curso y que nos alertan sobre la conflictividad que se está produciendo en algunos cursos de bachillerato, donde se supone que el alumno es más maduro y tiene más claros sus objetivos. En ambos casos el aumento de la ratio por aula no cabe duda de que es un aspecto más a tener en cuenta y que podría incidir en estas conductas disruptivas?, explica el informe.

Grupos de ayuda

Los grupos de apoyo de compensación educativa (7%) suelen ser también una fuente de conflicto. Las denuncias en este sentido han sufrido un aumento porcentual significativo. Hay varios factores que podrían explicar, aunque no disculpar, la raíz de esta situación: entre ellos la decisión administrativa de prescindir de profesores generalistas (maestros) y asignar estos puestos docentes a profesores especializados en una determinada materia cuando lo que aquí se requiere impartir son conocimientos generales. 

A esta situación se le suman las características especiales de un alumnado poco o nada motivado que no tiene claros sus intereses y percibe la enseñanza no como formación sino como algo que se le impone de forma obligatoria; la ausencia de expectativas de algunos de estos alumnos, la actitud en exceso permisiva y sobreprotectora de algunos padres, el desinterés y falta de claridad respecto a sus objetivos?Todo ello les lleva a adoptar una actitud desafiante hacia el profesor y como consecuencia cada vez es más difícil impartir contenidos y mantener la convivencia en estos niveles.

Al amparo de los padres

Aunque en primaria, debido a las edades, la problemática con el alumnado no es tan acusada, lo cierto es que las denuncias a lo largo del curso en este sentido se han visto incrementadas. Los profesores perciben cómo, progresivamente y cada vez en cursos más bajos, algunos alumnos amparados por sus padres, protagonizan conductas disruptivas y antisociales que afectan no solo al profesorado sino también a sus propios compañeros. 

?Esto nos hace reflexionar sobre la importancia del influjo de las familias en relación con la postura de respeto y confianza hacia el profesorado, ya que suele coincidir generalmente la actitud que adopta el alumno en el centro educativo con la que adoptan sus padres en relación al profesor. No debemos olvidar que el niño aprende por imitación y reproduce generalmente los esquemas familiares?, recoge el informe. Y añade: ?Así, observamos, en educación infantil y primaria, cómo un excesivo proteccionismo de algunas familias y su afán de controlar la vida del centro en beneficio de sus hijos les lleva a protagonizar conductas antisociales y violentas?.

En estos casos los progenitores no dudan en enfrentarse al profesor, denunciarle o injuriarle si con ello consiguen que su hijo saque partido de la situación aunque sea a costa de infringir las normas, de pisotear los derechos de sus propios compañeros o de difamar al profesor. Por otra parte, ya en edades tan tempranas, los profesores comprueban cómo son desautorizados, recriminados delante de los niños de forma violenta e incluso agredidos, por unos padres sobreprotectores que ante cualquier contratiempo, límite o norma de convivencia que se quiera aplicar a su hijo/a acuden al centro en actitud impositiva y agresiva sin importarles las normas de funcionamiento o convivencia establecidas en el centro, sin tener en cuenta que la actitud egoísta, agresiva y de falta de respeto que adopta su hijo hacia sus compañeros carece de justificación alguna, sin querer entender que educar también significa saber decir no. No se dan cuenta, con estas actitudes, del perjuicio que ocasionan a profesores y alumnos pero también a su propio hijo.

 

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