Morante, en estado de gracia

El de la Puebla cuajó una tarde histórica en la plaza de toros de Arévalo y cortó tres orejas. Cayetano también salió a hombros tras demostrar el buen momento en el que se encuentra. Jiménez Fortes mostró una vez más su escalofriante valor en una buena tarde. Destacó el primer toro de Garcigrande, en el que Morante derrochó desparpajo y torería en una faena para el recuerdo 

 Morante, en estado de gracia
Morante, en estado de gracia

A Morante debe gustarle la lluvia, porque inició el paseíllo sonriendo, aparentemente tranquilo y feliz, a pesar de que media hora antes había caído una tromba de agua que a muchos hizo dudar si el festejo seguiría delante. Y la felicidad del de La Puebla puede llegar a contagiarse, como ocurrió ayer en Arévalo. Allí llegó José Antonio con un traje naranja y azabache, especial, como lo fue el quite al primer toro de Garcigrande, que fue noble y tuvo clase y humillación. Un quite improvisado, afarolados, suyos, el aviso de que la de Arévalo era la tarde. Descalzo cogió la muleta para hacer olvidar a los asistentes el chaparrón, derrochando torería en cualquier movimiento o desplante. Faena de desparpajo, improvisación y belleza, oreja tras un estoconazo. Y Morante, feliz, felices todos.

La predisposición del sevillano no faltó ante su segundo toro, de peor condición que el primero y que no posibilitó la continuidad al de la Puebla, que no se rindió y no dejó nada en el esportón, buscando las embestidas, atacando al toro y facturando muletazos de lujo, con la diestra y al natural. Dos orejas a la entrega tras matar bien al toro y redondeando una tarde que siempre quedará en la retina de los aficionados. 

Muy por encima del quinto toro estuvo Cayetano, que cuajó una faena de raza, se impuso y resolvió con claridad. No ayudó demasiado el de Zalduendo, que impidió al pequeño de los Rivera estar a gusto y disfrutar. A pesar de todo, con la cabeza despejada redondeó una importante faena que terminó con una gran estocada con la que el toro tumbó pronto y cortó dos orejas.  

La firmeza de Cayetano con el segundo de la tarde demostró el buen momento que atraviesa, asentado y disfrutando de cada suerte. Desde el recibo capotero hasta la suerte suprema. Cayetano disfrutó a la verónica, también disfrutaron los aficionados con su cuadrilla, de chapeaux, obligados a desmonterarse tras un tercio de banderillas extraordinario. Con la muleta tuvo poder y dejó remates de mucho sabor. La espada le impidió tocar pelo. 

La escalofriante faena de Fortes al sexto, ya pasadas las diez de la noche, no será fácil de olvidar. Una insólita faena de cercanías, de esas que te dejan el corazón encogido pero inundan de emoción. Tuvo poco el toro, pero lo puso el malagueño, que estuvo a merced del de Garcigrande en repetidas ocasiones sin inmutarse, sin titubear. Tragó el y tragamos saliva todos, la espada le impidió cortar la oreja, a pesar de que hubo petición, y la afición lo recompensó con una ovación de alivio. 

El gusto por bandera ante el tercero, Fotes firmó momentos de belleza, en ocasiones de desmayo, toreando bien al de Zalduendo y derrochando valor. Tras el final de rodillas, recibió una ovación. 

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