Valor, temple, composición, garra e imagen. Valores que encajan perfectamente con todo aquello que debe reflejar una figura como un torero. Y valores que van de la mano del salmantino Eduardo Gallo, un torero hecho a sí mismo que con solo 12 años comenzó su andadura hacia un sueño en la Escuela Taurina de Salamanca. Pronto, y debido a su condición para el arte del toreo, se hizo un hueco entre los grandes regalando maravillosas tardes de toros en prácticamente todas las plazas de importancia de España, Francia o América. Aún así, y como repasa para SALAMANCA24HORAS, sus aspiraciones no acaban ahí y va a más.

-A pesar de no llevar ni dos meses del nuevo año ya has arrancado una nueva temporada. Vuelta al ruedo la conseguida en Valdemorillo y con la mirada puesta ya en ese Martes de Carnaval mirobrigense. ¿Qué le pides a la 2015 y cuáles han sido tus sensaciones tras pisar por primera vez la arena este año?
-Las sensaciones han sido muy buenas aunque la corrida de Valdemorillo no sirvió mucho. Me encontré muy a gusto toreando el primero, tanto con el capote como con la muleta. La lástima fue que el presidente no decidiera concederme la oreja que pidió mayoritariamente el público. Ya el segundo fue un toro con muchas complicaciones, caminaba mucho, y al final acabé muy por encima de él. Pero muy contento porque todas las críticas y todas las crónicas han sido muy positivas.

-La temporada pasada, a pesar de triunfos importantes, no ha sido ni de lejos una de tus mejores. ¿Puede servir eso de aliciente para intentar superarte en esta? Por cierto, Ciudad Rodrigo vuelve a ser casi el escenario de inicio.
-Quizá este año, por la preparación que he tenido durante todo el invierno, sea el que más deseoso estoy. Muchas veces me costaba iniciar las temporadas y el otro día me he notado con una seguridad que en otras ocasiones me llegaba casi a la mitad de éstas. Por otra parte, estoy con ganas de que mis paisanos de Ciudad Rodrigo puedan ver, al menos, lo que mostré el otro día en Valdemorillo. La del año pasado fue una tarde buena y esperemos que la de este año también sea bonita.

-Cambias de apoderamiento. Tomás Luna y Tomás Entero guiarán ahora tu carrera profesional como torero. ¿En qué va a repercutir este cambio? Ya manifestaste al respecto en alguna ocasión que te mostrabas ilusionado por ello y que iba a influir tanto en la plaza como fuera de ella.
-Cuando estás ilusionado con tus apoderados y cuando sabes que van a trabajar bien por tu carrera lo reflejas delante del toro. Cuando estás tranquilo porque sabes que en cuanto haya un triunfo ellos van a saber mover las bazas para estar en las ferias es lo que hace que estés más a gusto toreando. Es a lo que me refiero y no quiero decir que me vayan a dar cuarenta corridas, porque me las tengo que ganar día a día.

-¿El reducido número de tardes fue una de las causas de tu ruptura profesional con Mateo Carreño, tu anterior apoderado?-Durante la temporada pasada no toreamos lo que nos hubiera gustando tanto a Mateo como a mí. Se puso muy complicada tras decidir no ir a Madrid y decidimos finalizar la relación de apoderamiento. Pero la relación de amistad sigue siendo muy buena y siempre estaré agradecido por el trabajo que hizo Mateo conmigo.

-¿Cómo se explica tu gusto por los toros o tu afición a la tauromaquia habiendo en nacido en una familia en la que no existen precedentes taurinos?
-La Escuela Taurina estaba al lado de mi casa. Se da la circunstancia que en mi calle vivía por esa época Javier Valverde. Además Castaño pasaba mucho por allí y se iban a entrenar a la Escuela, pues todavía eran alumnos. De verlos me entró el gusanillo y con 12 años me apuntaron a la Escuela Taurina aunque al principio no me lo tomé en serio. Me lo tomé como se lo toma cualquier niño de 12 años en cualquier otra actividad. Pero me fue gustando y a los 15 años decidí que era a lo que me quería dedicar profesionalmente.

-Sin embargo, y a pesar de verlo como un juego o no tomártelo en serio, la Escuela Taurina vio valores en ti presagiando que escondías a todo un torero en potencia.
-La Escuela Taurina apostó fuerte por mi. El ser torero es algo que se lleva dentro y cuando tomé conciencia de que quería dedicarme a esto me iba al campo por mi cuenta y buscaba las vueltas como podía para progresar.

-¿Hubo alguna tarde en especial en la que para tus adentros te sentías ya todo un torero aunque solo fueras un aprendiz?
-Una de las tardes que a mí me marcó y en la que me di cuenta que podía ser torero fue en la del Bolsín de Salamanca. Recuerdo que me tocó una becerra muy difícil. Ninguno de mis compañeros que salió anterior a mí la había sabido entender. Sin embargo, yo sí la supe entender y me gustó. Pero fíjate que osadía que un niño de 15 años pensara eso cuando las carreras de los toreros dependen tanto del día a día.

-¿Cuál ha sido la evolución del Eduardo Gallo novillero al Eduardo Gallo matador? Todos los toreros maduráis los conceptos y vuestra manera de entender el toreo.
-En mi época de novillero buscaba mucho el quedarme muy quieto. Siempre he buscado el clasicismo en el toreo. Luego, los primeros años de matador atravesé por una época que no sabía el torero que quería ser. Una de las cosas que ha marcado mi carrera ha sido el ir adaptándome al toreo y haber sido capaz de mejorar cada año.

-Y a pesar de esa evolución, ¿hay algún elemento que hayas compartido en tu carrera profesional desde tus inicios?
-Quizás, el nivel de exigencia. Es lo que me ha permitido mejorar, Me acuerdo de mi debut cuando en vídeo gustaba a toda la gente pero a mí mismo no  me gustaba nada el verme.

-Por otro lado, ¿algún tipo de toro con el que te sientas más cómodo?
-La verdad es que no. En ese sentido me han dado igual las ganaderías y los encastes. Pero el toro de Núñez cuando embiste me encanta y el toro de Atanasio también. O Domecq. Al final uno se tira por los encastes pero en realidad son las ganaderías. Nada tiene que ver el toro de Zalduendo con el toro de Juan Pedro. Lo que hay que intentar siempre es buscar las ganaderías con las que estés más a gusto y que te permitan realizar una buena faena. A cada uno le irá bien un tipo de toro.

-¿Coinciden tus metas o tus aspiraciones que soñabas cuando solo eras un aprendiz con el matador de toros que eres hoy en día? ¿Te sientes orgulloso de tu progresión?
-Quiero llegar a conseguir metas mucho más altas pero lo poquito que he conseguido no lo ha conseguido prácticamente nadie en Salamanca. Por ejemplo, y por destacar algo, la de 2004 fue una gran temporada habiendo salido a hombros en Madrid. La alternativa fue la soñada y llegué a colgar el cartel de no hay billetes en Salamanca. La temporada de 2005 fue muy dura, con una cornada de por medio, pero luego fue una temporada muy buena como la de 2006 y 2007. He triunfado en las ferias de San Sebastián, Málaga, Bilbao, Santander, Lisboa, Salamanca, Granada, Valladolid, Mont de Marsan? Ha sido una carrera bonita pero quiero llegar a mucho más.

-Salamanca ha sido la cuna de grandes toreros. Quizás desde tiempos de El Viti o Julio Robles se eche de menos una gran figura. ¿Cuáles han sido tus referentes como torero?
-Yo me intento fijar en todo. Está claro que El Viti o Julio Robles lo han sido, son dos espejos donde mirarte. Pero también Antonio Ordóñez, Luis Miguel Dominguín, Paco Ojeda, Manzanares padre? Los toreros que más me han gustado desde siempre son los del corte de los años sesenta, setenta y ochenta.

-Pisar La Glorieta, que tantas tardes memorables ha acogido, debe suponer un orgullo añadido si encima se es salamantino. ¿Impone sabiendo que aunque no es una plaza de primera se está en una provincia donde la tauromaquia rezuma por los cuatro costados?
-Desde luego que sí. Torear en Salamanca es uno de los sitios donde más miedo se pasa. Tanto o más que en Madrid. Es donde te juegas el respeto de tus paisanos y de la gente con la que convives. Siempre tienes esa presión y según han ido pasando los años la he notado mucho.

-¿Por qué momento crees pasa la fiesta de la fiesta de los toros?
-Ahora mismo estamos en un momento en el que nos dice que esto se acaba y nos lo estamos creyendo cuando no es así. Los toros ha sido el segundo espectáculo de masas del país que ha generado tres millones de euros más que el cine solo en IVA. Por tanto, la salud de los toros es más que buena en relación a cualquier otro espectáculo o negocio. Muchas veces dicen que no va la gente a ver a las figuras. Pongo un ejemplo. En los toros, no hay mínimo menos de 20.000 personas en una corrida y en un concierto del cantante más famoso que te puedas imaginar el público se acercará a los 7.000. En el fútbol, de no ser un partido muy importante no se llena el estadio. Lo único que nos falta es un poco de organización. La gente que quiera que desaparezca el toreo es una minoría muy bien organizada pero nosotros que somos más no nos organizamos.

Tienes que iniciar sesión para ver los comentarios

Lo más leído