Calurosa tarde en la segunda corrida de la Feria de Guijuelo. Se lidiaron toros de Montalvo, de distinta presentación y juego, destacando el noble primero -el mejor presentado- que fue aplaudido en el arrastre. En cuanto a trofeos, los tres matadores salen empatados, ya que cada uno de ellos logró cortar una oreja que, de no ser por la espada y la 'dureza' de la Presidencia, hubiesen sido muchos más.

Está bien que una plaza que quiere convertirse en el segundo coso taurino en importancia de la provincia de Salamanca, los trofeos no se rifen como en una tómbola -algo que ocurre en el coso de la capital-, a los matadores hay que exigirles que cumplan, al menos, como han cumplido los tres matadores esta tarde, con profesionalidad y sobreponiéndose a las adversidades de los astados, tal como aconteción con Serafín Marín, en el segundo. Un marrajo con cierto peligro al que el catalán intentó sacarle el par de muletazos que tenía, y, esa disposición -la que se echa en falta muchas veces en las primeras figuras cuando vienen a plazas de tercera- la supo ver el público que le ofreció una sonada ovación.

Por su parte, Juan Bautista, también es un torero que siempre cumple con aquellas plazas en las que confían en su presencia. Era esperado el francés porque indultó un toro hace unos años en Guijuelo. Pero no pudo repetirse en esta ocasión, aunque Bautista dejó algunos buenos muletazos.

Finalmente, Sebastián Palomo también estuvo dispuesto y con el ansia de agradar. En el primero de su lote no estuvo muy acoplado, y en el segundo sacó algunas buenas series aplaudidas por el público.

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