Transparencias que conquistan cimas

Antonio Grande salió a hombros en su debut con picadores tras un derroche de buen toreo, entrega y firmeza en la que fue su tarde

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 Transparencias que conquistan cimas
Transparencias que conquistan cimas

Transparente fue la tarde de Antonio Grande,  nada pudo tapar una luz alimentada con el deseo, las ganas y el hambre de ser alguien en el toreo. La opacidad desapareció desde el momento en el que el debutante pisó el ruedo con la seguridad de estar preparado para afrontar una tarde de la que se haría el dueño.

Claridad con el capote ante el sardo que hizo de sexto, un novillo que llamó la atención al tendido y también a Antonio, que tuvo la certeza, y supo transmitirla, de que iba a redondear su tarde. ‘Furioso’ intentó difuminar por momentos la labor de Antonio con embestidas que requerían la disposición de la que hizo gala el de San Muñoz, que vistiéndose la capa de la integridad y a base de perseverancia, logró la cadencia y relajo con la mano derecha, llegando el momento más brillante de Grande. Entró a matar decidido, sabiendo que tenía que entrar, nada podía ensuciar la transparencia de toda su tarde, entró la espada y los dos pañuelos blancos iluminaron el palco y la mirada de Antonio. La transparencia tuvo premio, el premio de conquistar La Glorieta y abrir su puerta grande. 

Las lágrimas , también transparentes, brotaron de los ojos de un padre recibiendo el emotivo brindis de un hijo, de Antonio a Antonio, de torero a torero. Lo hizo tras haberse ceñido por chicuelinas y haber resplandecido a la verónica. ‘Gamberro’ era el novillo de su debut con picadores, pero no lo pareció y Grande se reveló tranquilo, reposado y muy centrado en todo lo que hizo. Los picos de la faena llegaron al natural y en el desmayo final antes de que el de Esteban Isidro se apagara. Unas manoletinas con riesgo sirvieron para que Antonio Grande cortara la primera oreja de su vida como novillero y acariciara la cima de salir a hombros en su plaza. 

Leo Valadez quedó inédito en su primer novillo, que tuvo que ser apuntillado tras dañarse contra un burladero. Lo más claro de la faena del mexicano fue la estocada, que se transformó en una oreja tras una actuación sin ornamentos ni nada que permitiera ver a Valadez más allá de la voluntad.

Toñete guió excepcionalmente a su primer novillo con el capote hacia los medios y regaló naturales lentos, largos a las embestidas más enclasadas y transparentes de la tarde, las de ‘Casto’. Cuando llegó lo mejor, Toñete no redondeó y dejó motas de polvo en su faena que disiparon el triunfo. No se encontró ante el quinto, que recibió un puyazo largo y planteó problemas a Toñete parándose a mitad de muletazo, vería como el público silenció tras fallar con los aceros.  

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