Según narra www.mundotoro.com, "a pesar de su marcada querencia a los adentros, le sirvió mucho el castaño segundo a Gallo. Tuvo habilidad el torero para sujetarlo entre las dos rayas y allí en paralelo a los tableros hilvanar una labor con sus virtudes más características: primero se aplicó templado sobre la mano derecha y más tarde exprimió en cercanías las últimas embestidas del animal, que con un punto más de volumen y transmisión hubiese dado más importancia a lo desempeñado por el salmantino, a quien se vio con sitio y seguridad. Recorrió el anillo tras estocada desprendida".

Y añade: "La espada volvió a jugarle una mala pasada en el quinto, un toro que manseó de manera evidente, buscó siempre el abrigo de los tableros, y si no se marchó antes fue por la habilidad de Gallo, que sin molestarlo y a su altura, le dejó el trapo en el cara y aún consiguió que la tomara un par de series. Con el toro acobardado se metió entre los pitones con autoridad, antes de que, como quedó dicho, la espada le quitara resonancia a su actuación".

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