​El presidente de Ecuador, Lenín Moreno, recibe la Medalla de Oro de la Universidad de Salamanca: “La llevo desde ya en el corazón”

En una intervención donde mostró su solidaridad al pueblo de Venezuela y volvió a mostrarse favorable al “presidente interino Juan Guaidó. Un simposio en el que tuvo un pequeño lapsus sobre la antigüedad del Estudio salmantino

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El presidente de la República de Ecuador, Lenín Voltaire Moreno Garcés, recibió este viernes la Medalla de Oro de la Universidad de Salamanca, máxima distinción que otorga el Estudio salmantino y que le fue concedida el pasado mes de diciembre en el último Consejo de Gobierno.

Lenín Moreno, en su discurso, remarcó que en su país la USAL es una universidad querida, así como la ciudad de Salamanca, y agradeció la medalla recibida asegurando que “la llevo desde ya en el corazón y la recordaré siempre hasta que Dios decida cerrarme los ojos”, insistiendo en que ha admirado esta universidad “de manera especial” siempre porque por ella “han transitado seres humanos extraordinarios”.

Así, además de “un poeta que aprendí a apreciar desde el colegio, Fray Luis de León”, o “Bartolomé de las Casas, muy querido en América Latina por defender los derechos de los indígenas, muy maltratados entonces”, también recordó la figura de Miguel de Unamuno.

Precisamente, en el que fuera rector de la Universidad de Salamanca se inspiró para tomar “una decisión difícil” el pasado miércoles, y no fue otro que mostrar su apoyo como presidente interino de Venezuela a Juan Guaidó.

De su país vecino recordó que son “hermanos” y que “hasta las banderas son parecidas”, por lo que cree necesario que el autoproclamado presidente con el beneplácito de la Asamblea Nacional, “que aúna la representatividad de la mayoría del pueblo”, lidere “un proceso lo más breve posible con la participación de toda la observación internacional”, algo que no ocurrió en las anteriores elecciones.

“Como dijo Unamuno, guardar silencio en ocasiones es equivalente a mentir”

El presidente de Ecuador explicó que se basó en Unamuno porque, “como él dijo, guardar silencio en ocasiones es equivalente a mentir”, por lo que decidió expresarse “a favor de la mejor opción para un pueblo que se estaba cansando de los caudillos, al igual que el nuestro”.

Por ello, tomó la decisión y, aunque haya opiniones a favor y en contra, “es hermoso que sea así”, puesto que precisamente lo que reclaman es que “en estos regímenes la posibilidad de pensar diferente está extraordinariamente venida a menos”, algo que debe solucionarse.

“Si existe algo maravilloso en el mundo es la extraordinaria diversidad que tenemos”, que va desde el paisaje hasta las razas, lo que provoca “diversidad de pensamiento y capacidades”.

Eso sí, sea cual sean las capacidades de las personas, el objetivo final es “servir a los demás, no hay tarea mejor para un ser humano”. Pero eso ha de hacerse “con total desprendimiento, sin pensar que eso va a retornar”, ya que es el universo el que se encargue de que “ninguna deuda quede sin pagar”.

“Todo lo que hacer regresa multiplicado”, continuó, por lo que “si generas odio, te regresa odio multiplicado, así es el universo”, repitiendo que los seres humanos, así como el mundo, “estamos diseñados para cambiar; cambia el conocimiento y cambiamos nosotros”. De esta manera podremos transformar el mundo “hacia mejor”, algo que se debe aprovechar.

Una intervención con un lapsus del presidente, quien pidió el fin del conflicto de los taxis en España

La intervención de Lenín Moreno estuvo marcada varias cuestiones. La primera fue nada más comenzó a hablar, cuando observó que el Estudio salmantino “rondará cerca de los 900 años”.

Algo que quedó como una mera anécdota, así como también lo fue los conflictos del taxi que asolan en estos momentos a España y de los que el presidente pidió su final, recordando que nos embarcamos en plena era digital.

Por último, poco antes de terminar (llevándose, como era de esperar, una sonada ovación), Lenín Moreno se vio obligado a parar durante unos segundos su ponencia debido a la tos de una de los asistentes, suavizando el asunto el presidente mismo cuando reconoció que “la gente suele enfermar cuando hablo yo”.

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