El galardonado con el Premio Reina Sofía, Rafael Cadenas, cerró un solemne acto con unas palabras en las que repasó su historia y la de su país. Antes, eso sí, reconoció ser un "inmenso honor" el galardón y dio las gracias por ello, una palabra que reconoció como "muy importante".
De hecho, después de alabar también a la Universidad de Salamanca, emparentó en importancia a la palabra anterior con otras como libertad, justicia, democracia u honestidad, "las cuales cuando se ausentan de un país tornan muy difícil para sus ciudadanos el hecho de vivir realmente", en alusión a Venezuela, en el que comentó que "nos urge instaurar la normalidad que solo puede ser democrática".
Sobre Venezuela, en cambio, no habló mucho más ya que no era "la ocasión de hacerlo". Pese a ser un claro defensor de la democracia en el país, tan solo culminó su discurso refiriéndose a ello. "La palabra crisis aplicada a Venezuela es un eufemismo. Nuestra situación es algo que va más allá de la crisis. Los nacionalismos son abominables. Traen odio, conflictos y guerras. Ojalá aprendamos y optemos por la amistad entre las naciones", dijo.
Sin embargo, y como no podía ser de otra forma, habló sobre su relación con España. "Me une profundamente la lengua", comentó, antes de enemurar a una serie de escritores de la generación del 27 antes de llegar a Miguel de Unamuno, "nombre inseparable de esta Universidad".
A él se refirió como un "despertador de almas". "De Unamuno me interesa además de su estilo lo que él llamaba instinto de charla, su liberalismo y la idea de intrahistoria que realza a la gente del común, que no entra en la historia pero que sostiene todo".
Después de su discurso, en el que también habló de sus clases en Venezuela, la Reina Sofía dio por concluido el acto no sin antes convocar el nuevo premio, la edición ya número 28, para 2019.
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