El panorama sociolaboral de la mujer en España ha variado sustancialmente en los dos últimos decenios. Este fenómeno está relacionado por una parte, con la incorporación al mercado laboral de la mujer, en particular las generaciones nacidas a partir de la segunda mitad del siglo XX, y por otra, se sustenta en el importante cambio de los fenómenos migratorios que se han producido en España, en especial en la última década.
 
Tal y como vienen a reiterar los diversos estudios e investigaciones realizados recientemente en nuestro país, el sector de las trabajadoras del hogar es uno de los colectivos de mayor precariedad y vulnerabilidad, además de ser un sector feminizado. Un informe de Cáritas muestra que el Real Decreto 1424/85 está obsoleto, pues reconoce menos y peores prestaciones que otros regímenes de la Seguridad Social, habiendo claras diferencias entre los trabajadores y trabajadoras del Régimen General y las trabajadoras del Servicio del Hogar Familiar. Sin embargo, aunque el decreto marca unos mínimos, no es muy conocido ni por las mismas trabajadoras ni por las familias empleadoras, y ni siquiera a veces se cumple.
 
De hecho, de las casi 4.000 empledas del hogar que hay en la provincia de Salamanca, apenas 1.534 están afiliadas al Régimen Especial, y de esta cantidad la mitad son extranjeras. Es decir, trabajadoras que están dadas de alta y que tienen reconocidos algunos de sus derechos, pero son tres veces más las personas que trabajan en el ámbito del hogar sin esta condición.
 
Cáritas constata cómo para muchas mujeres, trabajar como empleada del hogar es su única posibilidad de obtener ingresos económicos para la familia, ya que no se pueden incorporar a otros trabajos por falta de formación, experiencia laboral y/u oportunidades reales de inserción laboral. "Por otra parte, existe una necesidad social creciente para el cuidado de personas mayores, enfermas y niños, dadas las transformaciones del sistema socioeconómico y las necesidades con respecto a la reproducción social, que demanda cada vez más, personas que realicen dichas actividades, ya que no siempre el sector público cubre dichas necesidades sociales imprescindibles. El sector de trabajadoras del hogar, se convierte pues, en una de las respuestas a esas necesidades sociales crecientes, y en una importante fuente de empleo para mujeres que desean incorporarse al mundo laboral", añade el informe.
 
A pesar de que cada vez la incorporación de la mujer al trabajo es mayoritaria, el trabajo doméstico (tareas de casa y cuidado de personas) sigue recayendo mayoritariamente en las mujeres: lo que supone doble jornada, o que este trabajo se encargue a otras mujeres (las trabajadoras del hogar), con menos posibilidades de inserción laboral en otros trabajos.
 
En definitiva, para Cáritas las necesidades sociales se cubren de una manera o de la otra, pero fundamentalmente a partir del hogar y normalmente solventada entre mujeres, por lo que las instituciones no se ven presionadas, por una parte, a crear más servicios sociales que cubran de manera efectiva y más completamente dichas necesidades y, por otra, a apoyar a las familias que necesitan dichas trabajadoras con subvenciones, ayudas, desgravaciones fiscales, bonificaciones, etcétera, como sí ocurre con otros empresarios y empleadores.
 

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