A su juicio, se debe acompañar este desarrollo con una ética que subraye el derecho de que todo crecimiento debe estar siempre al servicio del bien común "como recuerda la Doctrina Social de la Iglesia, la tutela del medio ambiente constituye un desafío para la entera humanidad: se trata del deber, común y universal, de respetar un bien colectivo. Un bien, del cual, el ser humano no es dueño sino administrador. Es justo reconocer que nuestros usos diarios están cambiando, existe una mayor sensibilidad ecológica, pero aún nos queda mucho camino para llegar a un auténtico desarrollo global. Todos los seres humanos tienen el derecho fundamental a un medio ambiente adecuado para su salud y su bienestar".