El equipo de Atanasio Pandiella, investigador del Centro de Investigación del Cáncer (CIC) de Salamanca, ha revelado en los últimos años la relación que existe entre la proteína ERK5 y algunos tumores, como el cáncer de mama o el mieloma múltiple, en los que aparece sobreexpresada. En la Universidad Autónoma de Barcelona, el grupo de José Miguel Lizcano ha descrito el mismo fenómeno en el cáncer de próstata. Por eso, los científicos piensan que ERK5 está relacionada con la proliferación celular propia de los tumores y que podría ser un buen marcador para el diagnóstico y una diana para desarrollar tratamientos.
 
José Miguel Lizcano ha visitado Salamanca para reforzar la colaboración que desde el pasado verano ha establecido con Atanasio Pandiella. “Su trabajo nos ha servido de inspiración, porque es uno de los líderes mundiales en esta proteína”, ha asegurado el experto de la Universidad Autónoma de Barcelona sobre el subdirector del CIC. Además, considera factible montar una red de investigación que incluya a los escasos grupos de investigación que en España y en Europa se dedican a estudiar la proteína ERK5, ubicados en Albacete, Manchester o Glasgow. Su apuesta es lograr financiación europea dentro del programa Horizonte 2020 para avanzar en esta línea de investigación.
 
“Estamos interesados en cómo las células responden a estímulos externos y en cómo los mecanismos que lo hacen posible están alterados en cáncer”, ha comentado Lizcano momentos antes de iniciar un seminario de investigación en el que ha explicado su trabajo a los miembros del CIC. Su trabajo se centra en el cáncer de próstata y en ERK5. “Estudiamos los mecanismos que hacen que esta proteína se active e intentamos correlacionarlos con ensayos clínicos y sobre todo con muestras de pacientes. En definitiva, queremos proponer nuevos marcadores de diagnóstico precoz de cáncer de próstata”, ha agregado.
 
De acuerdo con las investigaciones de la Universidad Autónoma de Barcelona, la proteína en cuestión regula la proliferación del tumor. Aunque no sería la iniciadora, ayudaría en la progresión del cáncer y, especialmente, en la metástasis de tipo óseo. Sin embargo, “no sabemos cómo lo hace”, reconoce el científico. Descubrir estas claves podría ayudar a entender también el papel de otras proteínas en todo el proceso.
 
Futuros fármacos
 
En cualquier caso, la molécula que centra la investigación podría ser una buena diana terapéutica y, en ese sentido, el grupo de investigación de José Miguel Lizcano colabora con el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) de Estados Unidos para desarrollar inhibidores de esta proteína. “Nos gustaría probar estos inhibidores como fármacos para la intervención terapéutica del cáncer de próstata”, señala. De hecho, los mismos inhibidores ya han sido probados con buenos resultados en un tipo de cáncer de pulmón.
El cáncer de próstata es el segundo tumor más diagnosticado en hombres y el segundo que más muertes causa en la población masculina y, precisamente, el motivo suelen ser las metástasis, en mayor medida que el tumor original, así que “hacen falta tratamientos”.
 
Lizcano ha explicado que en el cáncer de próstata el primer tratamiento consiste en administrar inhibidores de la síntesis de andrógenos u hormonas masculinas (en el cáncer de mama ocurre lo mismo con las hormonas femeninas), porque son las que promueven el crecimiento del tumor. “Los pacientes responden muy bien, pero al cabo de uno o dos años acaban generando resistencia y estamos viendo que nuestra proteína podría estar implicada en la resistencia de estos tumores a ciertos fármacos”, lo que la convierte en un factor muy importante para tratar de mejorar los resultados.
 
En general, esta proteína parece regular la proliferación celular y poco a poco se empieza a describir que está sobreexpresada en diferentes tipos de tumores, como el hepatocarcinoma celular o el cáncer de pulmón. El propio Atanasio Pandiella lo ha descrito en cáncer de mama y en mieloma múltiple. En cualquier caso, la comunidad científica que trabaja con esta proteína es relativamente poca, pero “vamos obteniendo resultados y creemos que va a ser una proteína que podrá utilizarse como diana para diferentes fármacos, lo cual ha despertado el interés de varias compañías por desarrollar inhibidores”, indica el investigador de la Universidad Autónoma de Barcelona.

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