Pero el cielo no ha querido conceder una tregua a la venerada Virgen. Ante cientos de personas en los alrededores de la Catedral, la comitiva, con túnica, capa, capirote, cíngulo, guantes, calcetines y zapatos negros, ha permanecido en el interior del templo, al igual que la imagen, obra de Mariano Benlliure Gil en 1941, así como del paso precedente, La Soledad de la Cruz, obra de Monzón y Cid de 1997. Tampoco se pudo producir uno de los momentos más emotivos, durante la parada en el Atrio de San Esteban, un encuentro muy especial con Nuestra Señora de la Esperanza, que este año tampoco ha podido salir en procesión.
Esta cofradía tiene su origen en el 22 de marzo de 1645, cuando se reúnen con ese objetivo cuarenta personas del sexo masculino, todos del ejercicio de 'Opera Prima' (gremio de zapateros), estableciendo que el número no sería superior a cuarenta, todos los hombres de la citada profesión, que tenia por santos titulares a San Crispín y San Crispiniano, ambos Santos con Cofradía propia, uniéndose posteriormente a la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad en 1829. Desde 1922 radica su Sede Canónica en la Catedral Nueva.
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