El caso de Clara (con nombre falso para proteger su identidad) es el de una joven de 29 años que pese a no haber “recibido” ningún golpe físico sí que lo recibió a nivel mental hasta el punto de anularle como persona, “después de estar con él yo ya no tenía una identidad”, afirma.
 
A los tres meses de conocer a su pareja, éste le dejó encerrada en casa por la mañana “sin querer”, pero el episodio se volvió a repetir poco tiempo después. Además, comenzó a sufrir violencia sexual, en la que no había oposición física pero sí mental. “Yo no quería, pero sabía que tenía que darle eso para tenerlo cerca”, afirma.
 
Llegó un momento en el que Clara estaba “tan agotada de escuchar siempre lo mismo” que decidió echarle de su casa. Sin embargo pese a dejar la relación, se aisló de la gente, le daba miedo salir a la calle “porque me daba miedo encontrármelo y volver a caer”.
 
A través de una amiga se pusieron en contacto con la Asociación de Ayuda a la Mujer Plaza Mayor, y es que aunque el correo que enviaron era en principio para participar como voluntarias en la agrupación, pronto se dieron cuenta que el correo de Clara era una petición de ayuda “a gritos”.
 
Pese a su dramática experiencia y a que desde entonces no ha vuelto a tener una pareja estable, Clara también tiene un mensaje de esperanza porque tras su paso por la asociación “he aprendido a que yo soy la primera y no tengo que hacer las cosas por complacer a los demás”.

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