La historia del aparcamiento subterráneo de Los Bandos es como la de la falsa moneda que de mano en mano va, con vaivenes asociados a decisiones políticas en ocasiones tan opuestas como el día y la noche. En los primeros años de su mandato, en 1996, entonces alcalde Julián Lanzarote anunció la construcción del párking, retomando el primer anteproyecto de 1980, pero ante la oposición ciudadana, cambió de parecer y anunció que no quería pasar a la historia como aquel que destruyó la plaza de Los Bandos. Sin embargo, una década después cambió de opinión y se inició un proyecto para la construcción de un aparcamiento subterráneo con la justificación de que lo demandaba el comercio y ante la falta de estacionamientos, disminuyendo así el tráfico de los vehículos que dan vueltas por el centro en busca de una plaza en superficie.
 
Pero la iniciativa encontró una importante oposición aunque el Ayuntamiento recordaba que el aparcamiento subterráneo en la plaza de Los Bandos estaba avalado por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y contaba con informes técnicos favorables. Sin embargo, la Unesco consideraba que la construcción del párking afectaría a la integridad de la zona declarada Patrimonio de la Humanidad. Así constaba en un informe realizado por los expertos que visitaron la ciudad y en el que también recomendaban la aprobación de un Plan de Movilidad y la limitación del estacionamiento en el casco antiguo.
 
En este documento se pronunciaban contra la construcción de un aparcamiento subterráneo de vehículos en la plaza de Los Bandos y abogaban por que el Comité instara al Ayuntamiento de Salamanca a “abandonar el proyecto por su impacto en el tráfico y las consecuencias de éste sobre el patrimonio”. Además, recomendaban a las autoridades iniciar “una reflexión más amplia en base a un Plan de Movilidad en la ciudad antigua”. Lanzarote reflexionó sobre el asunto y decidió posponer el proyecto a la espera de que la Unesco se pronunciase. La crisis económica vino a facilitar que la construcción siga sin iniciarse desde entonces.
 
El aparcamiento contemplaba la construcción de 364 plazas en subsuelo, e incluía una remodelación en superficie de la plaza y la calle Crespo Rascón. Se realizaron catas y hasta estaban decididas las tarifas ofrecidas por la Unión Temporal de Empresas para la futura infraestructura. En el caso de 24 horas tendría un coste de 89,70; el diurno (7.00 a 19.00 horas), de 65; y el nocturno (19.00 a 7.00 horas), de 40 euros. De las 364 plazas, el 75 por ciento se destinaría a rotación mientras que el 25 por ciento restante como máximo, se reservaría a abonados. El precio del minuto se fijó entonces en 0,031 euros.

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