Época de crisis, tiempo de recortes. A partir del 1 de septiembre el Sistema Nacional de Salud dejará de pagar por 426 medicamentos. Un ahorro para las arcas del Estado y un gasto para los pacientes que usen estos fármacos: ahora desembolsarán el 100% de su precio. La Organización de Consumidores y Usuarios considera que la Administración ha elegido los medicamentos excluidos porque están indicados para síntomas menores o por su relación coste/efectividad. También se ha dicho que para que los ciudadanos disfruten de fármacos más nuevos, es necesario reducir gastos.  
 
“Que un medicamento sea nuevo no implica que sea más eficaz, pero sí que es más caro. Según nuestros estudios, menos de la cuarta parte de los medicamentos que salen al mercado son innovadores y muchos no aportan ventajas frente a los que ya existen”. Por eso, desde la OCU defienden que el único criterio debe ser la relación coste/efectividad y que no hay que excluir medicamentos solo por ser para síntomas menores, “porque si el Sistema Nacional de Salud no cubre estas medicinas, es posible que las prescripciones se desvíen hacia otros más caros o menos seguros. El resultado sería así el opuesto al perseguido: aumentaría el gasto público”.   
 
La OCU exige un control mediante un observatorio de precios y que todos los medicamentos lleven el precio en su envase. Gran parte de los medicamentos excluidos son de baja utilidad terapéutica, por lo que es razonable retirar su financiación. Pero en algunos casos la cosa no está tan clara y pedimos que se revise:
- Laxantes: aunque no deben sustituir a una dieta rica en fibra, son útiles para muchos pacientes. Resulta preocupante la posibilidad de que, al no financiarse estos medicamentos, se produzca un trasvase de sus usuarios hacia otros menos seguros que se venden en farmacias, herbolarios o supermercados (como los laxantes a base de plantas). Los laxantes formadores de volumen deberían mantenerse por su utilidad en ancianos y hay motivos más que suficientes para mantener la financiación a los laxantes antagonistas de opiáceos, destinados a pacientes terminales y que suponen un remedio al estreñimiento causado por los opiáceos.
- Antiácidos: su eficacia es dudosa, pero al retirarles la financiación muchos pacientes pueden desviarse hacia el omeprazol, esomeprazol, pantoprazol... que tienen más efectos adversos. 
- Codeína: queda únicamente incluida para la tos persistente en pacientes con cáncer.
- Antitusivos y mucoliticos: no debería excluirse la acetilcisteina en pacientes con fibrosis quística.

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