En los albores del siglo XIX nació en Salamanca don Gregorio Mirat, creador de una rentable fábrica de almidón. Pero fue su hijo Juan Casimiro quien puso el ingenio para introducir la revolución industrial en una estancada y tradicionalista sociedad charra. En Salamanca instaló la primera máquina de vapor, amplió el negocio hacia la elaboración de pasta para sopa y posteriormente la producción de garbanzos. Sus avances tecnológicos le permitieron producir a gran escala, obteniendo un importante éxito.
Los Mirat siguieron innovando, siendo precursores de la modernidad industrial, pero también del sector inmobiliario. Con los beneficios de la fábrica de abonos se construyeron cuatro manzanas de edificios con sus respectivos hoteles, la primera barriada que se levantaba fuera del recinto amurallado. Para ello se emplearon los materiales del antiguo coso taurino en la plaza de Gabriel y Galán, que actualmente cobija la biblioteca municipal en lo que antaño fuera uno de los hoteles de los Mirat. Otro que se conserva, la anexa sede de la gerencia de sanidad. En recuerdo a esta notable familia queda una de las avenidas más transitadas de la ciudad.