2) Los consumidores no tienen la culpa del famoso déficit tarifario. La culpa es de una nefasta regulación que durante la última década ha generado más de 23.000 millones de euros de déficit, una losa que amenaza la sostenibilidad de un sistema perverso que reparte deudas para los usuarios y beneficios para las eléctricas.
3) Los platos rotos no los pueden pagar solo los consumidores. Es injusto que quien no ha generado el déficit deba cargar sobre sus hombros con el incremento de las tarifas. Una quita de esta deuda es necesaria. El oligopolio reinante ha beneficiado a las eléctricas, que deberían arrimar el hombro para eliminar el déficit.
4) ¿Quién decide cuánto cuesta la luz? Los precios de la electricidad no se fijan de manera transparente. Tanto el sistema de precio marginal como las subastas de energía están bajo sospecha. La realidad es que no sabemos cuánto cuesta la luz.
5) El déficit tarifario es artificial. La producción de determinadas energías genera beneficios extraordinarios, ya que todas son pagadas por igual sin importar su eficacia. La nefasta regulación ha hinchado una burbuja productiva al calor de primas pagadas íntegramente por los usuarios.
6) Antes de subir la tarifa hay que modificar el sistema de fijación de precios. La prioridad es poner orden en el mercado y remunerar cada forma de producción de energía con el precio real que cuesta producirla. Mientras esto no ocurra, los consumidores pagarán un precio que no se corresponde con los costes reales.
7) El bono social es una chapuza (no hay más que ver la sentencia del Tribunal Supremo) que no ha funcionado como tarifa para los más desfavorecidos.
8) Con esta subida, España se sitúa como uno de los países de Europa donde más cuesta la luz. Hablamos de un problema nacional que castiga al bolsillo del consumidor, a la competitividad, a la actividad económica y al interés general. Perjudicar a todos para que unos pocos se beneficien: en esas estamos.
9) Hasta que no exista una competencia real, la tarifa de último recurso (TUR) es necesaria como único refugio que puede garantizar los derechos de los consumidores.
10) Hay que reformar el mercado de arriba a abajo. El objetivo debe ser un mercado eficiente en el que los consumidores tengan garantizado el acceso a la electricidad y precios reales.
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