El Colegio de las Siervas de San José es más que un simple centro escolar. A lo largo de su historia este edificio también fue uno de los hospitales más importantes de la ciudad y más tarde una facultad de medicina. Esta evolución ha provocado que fuese necesario hacer reformas continuamente, y por ello es por lo que alberga una mezcla de diferentes estilos arquitectónicos. Una muestra es su capilla gótica, la columnata de la Plaza de San Román, el anfiteatro anatómico o las columnas y esculturas del patio interior del colegio. 
 
El hospital que estuvo ubicado donde ahora se halla el colegio se fundó a principios del siglo XIII bajo el nombre de Santa Margarita, San Cosme y San Damián. Pasados algunos años, en 1442, tuvo que ser reedificado porque no se encontraba en las condiciones adecuadas al ser una construcción poco sólida.  Pero a finales del siglo XVI cambió de denominación, pasó a ser el Hospital de la Santísima Trinidad, también conocido como Hospital General. Cambió de designación por la reestructuración de centros sanitarios que realizó Felipe II, ya que había demasiados hospitales como para poder mantenerlos a todos económicamente. En Salamanca quedaron dos hospitales como los principales: el Hospital de la Santísima Trinidad y el Hospital de Santa Blanca. En 1775, ante la petición del doctor Zunzunegui, la Universidad construyó un anfiteatro para los estudiantes de medicina.
 
Una de las cosas que más destaca del Colegio de las Siervas de San José es su patio, construido en 1857, donde llaman la atención  sus columnas, pertenecientes al desaparecido Convento de San Francisco el Real o el Grande, y cuatro esculturas situadas en cada una de las esquinas del patio. Al igual que ocurre con las columnas, dichas estatuas no fueron construidas para este edificio, sino que son originarias de la Parroquia de San Polo. Tres de ellas representan a santos de los hospitales: San Juan Evangelista, San Sebastián y San Bernardino, mientras la imagen de la cuarta columna es de un rey. 
 
Además, en otras de las columnas laterales se aprecia claramente que está grabada la fecha de la reforma que sufrió el Hospital General en 1442. Pero estas columnas no son las únicas propiedad del Colegio de las Siervas de San José, las de las Plaza de San Román también pertenecen al centro. Actualmente están colocadas a modo de galería, pero en su origen formaban un patio plateresco, ubicado en la casa donde vivían antes de venirse a este edificio las monjas de las Siervas de San José. 
 
Este patio estaba dentro de los muros del colegio, pero ante la petición del alcalde de Salamanca, Beltrán de Heredia, lo sacaron a la calle para que estuviese a la vista de todos los salmantinos. Sin embargo, las Siervas de San José no están nada conformes con el estado en el que se encuentra la columnata ahora mismo. A pesar de ser una zona llena de pintadas y donde muchos jóvenes realizan botellón, las autoridades no lo impiden. 
 
En 1904 finalmente el lugar deja de ser la Santísima Trinidad y pasa a ser el Colegio de las Siervas de San José. Pero hace algunos años se encontró en la calle de las Ménsulas de San Adrián unos enterramientos en la medianía entre dos casas, que debió pertenecer al Hospital de la Santísima Trinidad, como ocurría en los centros sanitarios de la época. La Unesco ha propuesto este edificio para ampliar su denominación a patrimonio histórico de la ciudad, y a diferencia de otros edificios de la ciudad este está bien conservado y cuidado. Mientras tanto, las paredes del Colegio de las Siervas de San José acogen las risas y los gritos de los niños que corren de aula en aula cada día con ganas de aprender donde se esconde una historia que forma parte del devenir de la ciudad. 

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