Este 23 de octubre el puente Enrique Estevan alcanza un siglo desde su entrada en servicio aquel otoño de 1913, siendo uno de los pocos testimonios de la arquitectura del hierro en Salamanca y merecedor del trato y de la protección propios de un bien patrimonial de primer orden. En este puente se conjuga la utilización de nuevos materiales (hierro fundido, hierro forjado, acero) y de elementos decorativos neomudéjares  propios de las corrientes artísticas del momento (eclecticismo historicista), siendo importante destacar la contribución de los talleres de la Fundición Moneo a su realización. Ahora se adentra en un nuevo siglo con cambios en su estructura y nuevas funciones a corto plazo.
 
Entonces supuso no sólo un nuevo punto de conexión con la margen izquierda del río Tormes, que hasta el momento sólo era posible a través del Puente Mayor o Puente Romano, también fue uno de los hitos más destacables de la renovación urbanística y la modernidad de la ciudad de Salamanca. Asimismo, la realización de este proyecto en su época, defendido por el concejal Enrique Estevan, supuso la salvaguarda del Puente Romano, que en principio se pretendía modificar o derribar para ampliar la comunicación viaria.
 
El puente Enrique Estevan cuenta con una longitud de 220 metros y una anchura de diez. Se eleva sobre seis arcos metálicos, de 33 metros cada uno y un radio de 43, sostenidos sobre cinco pilares de fábrica de sillería de granito, al igual que los dos estribos. La pasarela está protegida por una barandilla metálica con adornos y farolas. Toda la construcción cuenta desde 1998 con iluminación artística que resalta sus atractivos junto al resto de monumentos salmantinos. Y en las próximas semanas se iniciarán las obras de restauración para que en los próximos años se limite la velocidad de circulación y se le dote de nuevas funciones.
 
Aunque los cimientos se encuentran en buen estado, se ha hallado corrosión en distintas zonas que será necesario paliar. Del mismo modo, se impedirá el acceso del agua al puente para evitar futuros daños similares. Además, se llevará a cabo un saneamiento y una limpieza general. La novedad que cambiará permanentemente el acceso al puente es la nueva limitación de velocidad, que se reducirá a 30 kilómetros por hora en toda la estructura. El motivo es, según explica el Ayuntamiento, que cuanto mayor es la velocidad que lleva un vehículo, mayor el peso que ejerce. De este modo se evitará que la arquitectura sufra. 
 
En cuanto a las aceras, se creará un pavimento antideslizante, siempre pensando en el beneficio de los peatones, y atendiendo a las demandas vecinales. Se mantendrá por otro lado el permiso de circulación del mismo tipo de vehículos que anteriormente, incluyendo autobuses. 
 
Análisis de la estructura del puente
 
El puente está hecho de acero soldable, un material que lo hace muy ligero, lo cual dificulta la obra. Está compuesto por seis vanos, cada uno de ellos formado por cinco arcos metálicos. La sillería granítica que lo compone está en perfecto estado, confirmando nuevamente que los daños se limitan básicamente a zonas afectadas por la corrosión, que se crea debido al cloruro sódico que se filtra cuando se vierte sal sobre el puente en épocas de nevada.
 
A estos daños se les conoce como durables, lo que significan que son normales y vienen dados por el paso del tiempo. Además de evitar que la sal llegue al punte desde las aceras, se eliminarán las juntas que producen ligeros escalones en su recorrido, baches que habitualmente hacen que los conductores perciban la vibración de la estructura, y que además la dañan al pasar por encima.

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