Esta semana se cumplen diez años desde el inicio de la programación de la Capitalidad Cultural Europea. Salamanca 2002 fue todo un acontecimiento para la ciudad del Tormes que marcó un antes y un después en su gestión cultural, pero sobre todo en su impacto turístico, ahora mismo el principal sector de la economía salmantina tras el pinchazo del sector de la construcción. Las cifras muestran claramente los efectos que aquel evento tuvo hace una década.
 
Salamanca ha recibido 200.000 turistas más al año, según los datos del Instituto Nacional de Estadísica (INE), pues, a falta de confirmar diciembre, 2011 se cerró en torno a los 886.000 visitantes, frente a los 688.477 del año 2001. El antes y el después de la Capitalidad Cultural, cuyo ejercicio se cerró con un salto cualitativo hasta los 743.000 turistas. Desde entonces, el crecimiento ha sido gradual hasta el estallido de la crisis hace tres años, que ha frenado la llegada global de turistas.
 
Y es que la crisis ha estancado el turismo nacional, no así el extranjero, el que más ha crecido gracias a la promoción internacional de la Capitalidad. El año pasado llegaron a Salamanca más de 220.000 extranjeros, frente a los 153.374 de hace una década. Es el mejor dato de visitas foráneas en la historia de la provincia charra gracias a un evento del que se benefició no sólo la capital.
 
De hecho, la infraestructura hotelera se multiplicó al amparo de la Capitalidad Cultural Europea, al pasar de 7.900 plazas a las más de 11.000 actuales, con una treintena más de establecimientos abiertos. Todo ello también ha sido una fuente de creación de empleo, con medio millar de puestos de trabajo más que entonces al convertirse Salamanca uno de los principales destinos del turismo de interior.

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