La Iglesia de San Polo, también conocida como San Pablo, es uno de los rincones más antiguos de Salamanca y seguramente también uno de los más conocidos. La fecha de su edificación no se sabe con exactitud, como ocurre con muchos otros monumentos representativos de la ciudad, pero en 1108 ya existen las primeras noticias de esta parroquia. No obstante, se sospecha que sea antes de la época de los mozárabes. 
 
Pero esta iglesia no fue fundada como tal hasta 1125, cuando el hidalgo Esteban Rodríguez, tras salir ileso de un suceso con su caballo, promete fundar la parroquia y le concede unas rentas para su mantenimiento. Pasado el tiempo, en 1529, se realiza una reforma en San Polo ante el mal estado en el que se encontraba. En esa época era necesario remozar los edificios, ya que el paso de los años les afectaba bastante por la mala calidad de los materiales con las que se hacían. 
 
A lo largo de su historia, fue sufriendo cambios. En un principio, San Polo estaba hecha con ladrillo y argamasa, y en la reforma del siglo XVI se le añadieron cubiertas de madera, adoquines de más categoría, una fachada de piedra sobre la ya existente y una torre. Dicha fachada poseía más de treinta imágenes repartidas por su paño, y más tarde, algunas de esas figuras pasaron a formar parte de las columnas del patio del colegio de Las Siervas de San José.
 
Una vez más, como les sucedió a otros muchas construcciones salmantinas, la Guerra de la Independencia tuvo grandes consecuencias para San Polo. Sufrió importantes saqueos, pero lo que nunca se llevaron fue la talla de la Virgen de la Vega, que permaneció allí hasta que fue trasladada al convento de San Esteban en 1840. Una vez finalizada la guerra, llegaron las desamortizaciones, por lo que San Polo pasó a albergar unas casas y unas cocheras.

Recuperación a finales del siglo XX

 
Y así estuvieron hasta que en 1986, con Jesús Málaga como alcalde, el Ayuntamiento apuesta por la recuperación de estos restos. Finalmente, se decidió que la excavación y el cuidado quedasen a cargo del hotel que hay en San Polo, llegando a integrarse en el conjunto. Pero el proceso no fue todo lo fácil que se esperaba, las obras se pararon en dos ocasiones porque los planos acordados con el Consistorio no se estaban llevando a cabo, además de algunos problemas con la licencia de obras. 
 
Finalmente, la recuperación de estos restos se lleva a cabo, pero con la terraza del hotel volvió a surgir un polémico debate en la sociedad salmantina. Antes de construirla se lleva a cabo una excavación arqueológica en la que aparecen tres ábsides de la parroquia de San Polo, que se integran dentro de la terraza del hotel. Sin embargo, aunque formen parte de un negocio privado, los restos de San Polo son un bien de interés cultural y por ello cualquiera que lo desee puede ir a visitarlo.
 
Pero San Polo no son los únicos vestigios que han sido excavados en la zona. Los restos de la primera muralla de la ciudad también tuvieron la suya propia. Se encontraron algunos enterramientos, y en uno de ellos se halló el cráneo de una mujer de entre cuarenta y sesenta años, perteneciente al siglo III antes de Cristo. Aparte, se encontraron cuatro enterramientos típicos romanos y dos cenitales. 
 
Mientras se sigue debatiendo si San Polo está al servicio de los ciudadanos o al servicio del hotel, cualquiera puede ir a visitar sus restos y disfrutar de un rincón con un encanto diferente, un lugar al que se puede acudir en busca de un remanso de paz para alejarse del ajetreo de la ciudad. 

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