A finales del siglo XIX adquirió el nombre por el que todos los salmantinos lo han conocido durante muchos años: el Teatro Bretón. Anteriormente llamado Teatro del Hospital, puesto que sus ingresos servían para financiar el hospital de la Santísima Trinidad, cambió su nomenclatura por la de aquel músico que nació y vivió en las cercanías de la plaza. Con el paso de los años el teatro se fue devaluando y el lugar culto se convirtió en oculto tras las vallas que protegían su derribo, finalizado en el verano de 2010.

Aprovechando su tirón, alrededor del teatro se levantaron varios negocios de los que hoy apenas permanecen dos: uno de semillas y el bar La Blanca Doble. Con los dueños de este último lugar, los hermanos Mateos, ha hablado SALAMANCA24HORAS para realizar una nueva edición de ?Gente de Barrio?.

Tito y Gabi fueron testigos de primera fila de su demolición, incluso tuvieron que cerrar su negocio un tiempo porque temían que los escombros se les vinieran encima. Desde 1958 en pie, el bar ha vivido los mejores años del teatro y ahora sufre las consecuencias de su abandono. ?Esto está muerto, por aquí ya no viene nadie. Si dejaran un jardín o simplemente tierra para que los niños vinieran a jugar o los adultos a pasear a los perros, todavía habría algo?, aseguran.

A pesar de la delicada situación de su negocio, donde solo acuden sus parroquianos habituales, se lo toman con humor. Salen a la calle y señalan al monumento que preside la ciudad: ?Lo mejor que nos queda aquí son las vistas a la Catedral. De noche con las luces es precioso?, cuentan.

Por si fuera poca la dificultad que atraviesa un barrio que comercialmente tiene poca vida, la Policía Local y la grúa recorren una y otra vez en busca de coches mal estacionados para multarlos, ya que es una zona con pocas posibilidades de aparcamiento. ?Si no vienen coches, no hay clientes?, señalan. Eso sí, se puede decir que sacaron tajada del teatro, ya que en su local tienen una mesilla de 1920 y cuentan con asientos de las salas para ver cómodamente los partidos del Real Madrid, día en el que el bar se llena hasta la bandera.

Con nostalgia recuerdan lo que fue el teatro, pero reconocen que estaba abocado a la desaparición. ?Ni siquiera daban las luces para que la gente no viera cómo estaba el techo?, afirman a la vez que indican que lo más bonito era la entrada original, que posteriormente fue tapada y pintada de azul. Desde pequeños en el barrio, muchas son las batallas que pueden contar, pero siempre queda mejor escucharlas desde detrás de la barra. Por último, animan a la sociedad a acercarse al Convento de las Claras, un lugar precioso y que no tiene esa afluencia de público como otros monumentos de la ciudad.

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