El estado de alarma decretado en España el pasado sábado restringe la libertad de movimientos dentro del territorio nacional y obliga a los residentes en él a permanecer en sus casas para evitar la propagación del Covid-19.

Sin embargo, la normativa permite abandonar los hogares en determinadas circunstancias, como salir para trabajar. En este caso se encuentran los agricultores y ganadores de la provincia de Salamanca, cuya tarea se desarrolla en el campo, hecho por el que el Real Decreto del 14 de marzo les permite asistir a parcelas, invernaderos, campos de producción extensiva…


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“Los animales tienen que comer y la cosecha tiene que salir adelante, por lo que han de abandonar sus domicilios sí o sí”, cuenta a SALAMANCA24HORAS Carlos Sánchez, secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos de Salamanca.

“Es difícil que los trabajadores del campo se encuentren con alguien mientras realizan su labor, por lo que el riesgo de contagio es mínimo, sobre todo si siguen pautas como ir cada uno en su coche o tractor y los limpian después de usarlos. Además, necesitamos que todos trabajen estos días porque, de lo contrario, no tendremos leche ni pan. La demanda de carne, por ejemplo, está siendo brutal”, relata Sánchez.

Al secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos de Salamanca le preocupa más que gente enferma de coronavirus visite las zonas rurales estos días que el hecho de que se hayan parado los saneamientos: “Desconocemos qué pasará después, ya que no se va a poder sanear todo en dos semanas. Afortunadamente, pueden venderse algunos sementales siguiendo protecciones y guardando medidas de seguridad entre los intervinientes. Los pueblos están aislados de por sí, por lo que hay que tener cordura y no llevar contagios a ellos”.

“Por otra parte, los mataderos tienen más trabajo que nunca. Si alguno de sus trabajadores diera positivo, ¿se cerraría toda la empresa? Entonces, ¿pasaríamos después a cerrar toda la chacinería?”, se cuestiona Carlos Sánchez, quien calcula que los efectos de esta crisis serán más duraderos que los de la económica surgida en 2007.

“Lo malo es que las administraciones van a querer que los trámites con ellas los hagamos rápido y eso va a ser imposible. El coronavirus ha acabado con la inteligencia, la economía y el campo, pues las medidas económicas adoptadas se dirigen a otros sectores”, sentencia.

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Aurelio Pérez, coordinador de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos en Castilla y León, es más optimista: “El sector agrario sigue trabajando para tener alimentos hoy, mañana y dentro de tres meses, pues muchos de los trabajos que se están realizando en este estado de alarma se verán reflejados en el futuro. Si se deja de trabajar, habrá desabastecimiento”.

“Eso sí, por el mero hecho de salir a la calle, los empleados del campo ya corren un riesgo, aunque tienen permitido abandonar sus casas para alimentar al ganado y trasladar animales vivos. Además, está garantizado que habrá pienso, pues el Real Decreto aprobado el 14 de marzo lo recoge como un suministro de primera necesidad”, expone Pérez a SALAMANCA24HORAS.

Para él, en esta cuarentena está existiendo una buena conexión entre el Gobierno de España y la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural de la Junta de Castilla y León: “No encuentro motivos para que se produzcan despidos. Cuando esto pase, será un momento en el que todos tendremos que asumir un mayor esfuerzo, pero el sector agrario sabe mucho de sufrir y aguantar”.

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Por su condición de ganadero y presidente de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores de Salamanca, Juan Luis Delgado conoce cómo es trabajar sobre el terreno y también telemáticamente durante el estado de alarma: “La labor sindical continúa realizándose por teléfono porque se han implementando nuevas normas y se han suspendido algunos plazos, lo que genera dudas en los asociados que ni los legisladores saben cómo aplicar. A su vez, tengo que salir a mi explotación respetando las normas de seguridad cuando, por ejemplo, acude un veterinario a ellas y nos ponemos mascarillas y guardamos la distancia de separación de entre uno y dos metros. En el resto de tareas es difícil que podamos contagiarnos del coronavirus, pues conmigo trabaja otra persona y cada uno hace su labor en una zona. De hecho, la mayoría de parcelas de Salamanca están trabajadas por poca gente y suelen ser familiares, por lo que la mismas personas que están allí viven en el mismo domicilio. Asunto diferente es la poda, donde pueden juntarse quince trabajadores”.

Desde su posición, Delgado valora las ventajas de poder realizar algunos trámites a través de Internet, hecho desconocido por algunos de sus compañeros, a los que han tenido que avisar para que eviten presentarse físicamente a hacerlos.

“Los agricultores y ganaderos tenemos que salir estos días de casa porque hay que mantener la producción. Además, hay enfermedades o partos en los animales. Si paramos, la gente no come dentro de una semana. En momentos como este se observa la necesidad de contar con un sector como el nuestro”, explica a SALAMANCA24HORAS.

Entre los problemas que pueden surgir, al presidente de esta agrupación le causa temor que se cierre alguna fábrica de abonos o piensos porque algún trabajador dé positivo por coronavirus: “Ese hecho influiría en nuestra vida diaria. De momento, lo que más notamos es la bajada de demanda de productos como el lechazo, el tostón, la leche, el queso o los huevos, pues la restauración está cerrada. Las consecuencias económicas derivadas de los alimentos perecederos serán graves. Sin embargo, a algunos animales podemos aguantarlos dos meses más en los cebaderos. Se perderá dinero al venderlos, pero no tanto. Dentro de lo malo, quizás se potencie el consumo en tiendas de barrio, que apuestan por lo local. Yo defiendo que se consuma en estos comercios para impedir que cierren un mes, ya que eso, para el minorista, puede convertirse en definitivo”.

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Uno de los ganaderos que está teniendo que abandonar su vivienda en un pueblo de Salamanca para alimentar al ganado, relata su experiencia a este medio de comunicación: “Los animales comen todos los días, por lo que es imposible quedarse en casa. Para ello hay que llevar un papel de la empresa que indique que estás desempeñando tu trabajo y, según la normativa, tratar de viajar de uno en uno en un vehículo que hay que desinfectar si lo coge después un compañero. El asunto se complicaría si tuviéramos que ir dos. En ese caso, uno viajaría en la parte delantera y otro en la trasera. En nuestro trabajo es complicado coincidir dos personas en la misma área, pero si esto se produce, mantenemos la distancia de seguridad de uno a dos metros, que es la recomendada”.

Este ganadero, que prefiere ocultar su identidad, reconoce sentir miedo por si alguien de su empresa enferma de coronavirus, ya que “habría que designar a otro trabajador o, si eres autónomo, a un familiar o amigo para que cuide del ganado”. A este temor se suma otro: que enferme un trabajador de un matadero o de una fábrica de piensos. “En esta situación de incertidumbre, si se cerrara su recinto, podría cortarse la cadena alimentaria”, indica.

Su desconfianza está basada en un hecho que le ha tocado experimentar: “Se han cortado las exportaciones de ganado vacuno que hacíamos a Marruecos, lo que nos repercutirá económicamente. Espero que, al menos, el cierre de fronteras sirva para promocionar los productos autóctonos y que los lugareños consuman los nuestros en un futuro que se avecina incierto”.

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