El campo de Salamanca, un refugio idílico para las aves que anuncian la llegada del invierno: ¿Cuáles son las especies más representativas?
La aguzanieves, el avefría, la grulla común, así como el zorzal o el silbón europeo, encuentran refugio llegado el invierno en las dehesas, humedales o campos de cultivo
Queda un mes para que comience oficialmente la época invernal. Por delante 88 días conviviendo con la estación más fría del año, temperaturas bajas, días cortos y noches más largas, donde el campo de Salamanca se convierte en un lugar idóneo, acogedor, para construir un puesto de observación improvisado con el que dar gusto a los sentidos y disfrutar de la vida silvestre.
Durante esta estación hay una notable diversidad de aves que encuentran su residencia en las dehesas, humedales o campos de cultivo, a la vez que anuncian con su presencia la llegada de las condiciones desfavorables del invierno. Un claro ejemplo de ello es la lavandera blanca (Motacilla alba), comúnmente conocida como ‘aguzanieves’ o ‘aguanieves’. Su presencia por los campos de la provincia solo puede significar una cosa: una bajada radical de los termómetros. Un ave que, por cierto, ya se deja ver en Salamanca.
El mundo de las aves es tan amplio como llamativo y seductor, por ello es de vital importancia concederle el protagonismo que tienen y que, por ello, merecen las especies invernantes más representativas que ya están asentadas en nuestras tierras.
Gonzalo Criado, naturalista y técnico superior en Gestión Forestal y del Medio Natural, así como propietario de Erithacus - Observación de Naturaleza, nos guía a través de su sapiencia a descubrir cuáles son las aves más representativas que anuncian la llegada del invierno a Salamanca, a la par que nos descifra sus principales amenazas.
La grulla común (Grus grus) es especialmente visible en las dehesas y en los ambientes abiertos durante estas fechas, vistas en la comarca de Tierra de Peñaranda, la comarca de Ciudad Rodrigo o el Campo Charro. “Durante el invierno la cifra poblacional suele superar ampliamente las cinco mil grullas en nuestra provincia”, manifiesta Gonzalo. El motivo de ello dice que son espacios que ofrecen “recursos tróficos abundantes, donde encuentran bellotas, raíces, semillas, invertebrados y otros recursos que le permiten pasar el invierno sin dificultades y tranquilidad suficiente para la formación de grandes dormideros comunales, como es el caso del humedal del Azud de Riolobos”.
El silbón europeo o la cuchara común también encuentra refugio llegado el invierno en los embalses, lagunas y otras masas de agua de la provincia. Dos especies que “aprovechan la riqueza de invertebrados y vegetación acuática, convirtiendo a las zonas húmedas salmantinas en enclaves de importancia para su invernada”.
La lavandera blanca o ‘aguzanieves’, habitual en riberas, prados húmedos y áreas agrícolas, que también se deja ver en el entorno ribereño del Tormes, así como la avefría europea, ligada a campos abiertos y zonas de cultivo donde encuentra alimento con facilidad durante el invierno, son especies reproductoras en la provincia salmantina cuyas poblaciones con un mayor número de individuos se producían en invierno.
“Las lavanderas blancas, ‘aguzanieves’ o ‘pajarita de las nieves’, como también se las conoce en algunos pueblos de la provincia, durante los últimos años cuesta observarlas dentro de la ciudad, por una menor cantidad de ejemplares cada invierno. Hace unos veinte años era un pajarillo frecuente en nuestras zonas verdes urbanas, incluso formando dormideros excepcionales conformados por centenares de ellas en jardines tan céntricos como la Plaza de los Bandos”, explica el naturalista Gonzalo Criado.
Junto a estas especies características del invierno, Salamanca también recibe otras aves invernantes de interés, como el zorzal común (Turdus philomelos), el bisbita pratense (Anthus pratensis) o rapaces como el esmerejón (Falco columbarius) o el milano real (Milvus milvus).
“Todas estas especies proceden del centro y norte del continente europeo y recorren singladuras de varios miles de kilómetros, empujados por la necesidad de adaptarse a las condiciones desfavorables invernales, como las nevadas y la escasez de recursos para afrontar el invierno. Algunas llegan de manera más abundante con la llegada de los primeros temporales y el mal tiempo, lo que culturalmente se relacionó con la llegada del invierno”, expone. A la par avisa de que “todas las especies están protegidas, si bien solamente el milano real está incluido en categorías de protección elevadas en la actualidad, concretamente catalogado como en peligro en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas y en el Libro Rojo”.
Igualmente, Gonzalo hace saber que la inmensa mayoría de estas especies, a excepción del milano real o la lavandera blanca, que también tienen poblaciones reproductoras en la provincia, vuelven a migrar en sentido contrario con el fin del invierno hacia sus cuarteles de cría en Centroeuropa y en regiones nórdicas. A mayores, subraya que “la mayoría de los milanos reales invernantes, grullas comunes, avefrías europeas proceden de países como Alemania, Polonia, Noruega, norte de Francia, volviendo a nidificar a estos países durante la primavera. El milano real es además reproductor en la provincia de Salamanca, ubicando sus nidos en la seguridad de dehesas, alcornocales, alamedas distribuidas, principalmente por el centro y suroeste provincial”.
Por su parte, las grullas han experimentado un “aumento paulatino” de sus poblaciones invernantes en la provincia, siendo ahora “más numerosos que hace unos años pese a que en la presente temporada se ha observado una mortalidad masiva asociada a la influencia de la gripe aviar”. Los primeros ejemplares de grullas en migración suelen aparecer a mediados del mes de octubre, permaneciendo hasta febrero o marzo, en unas cifras a finales de noviembre que “alcanzan los 2500-3000 ejemplares en la provincia”.
Amenazas asociadas a cada especie
La pérdida y transformación de la dehesa, con el abandono de las prácticas tradicionales y la intensificación agraria, los cambios de uso de suelo y fragmentación de hábitats por cultivos leñosos como pistachos, almendros, así como las molestias en dormideros y áreas de alimentación, colisión con tendidos eléctricos y la sequía y/o reducción de humedales son las principales amenazas a las que se enfrentan las grullas. Peligros que comparten con la avefría o la lavandera blanca, a los que se le suman las condiciones climáticas extremas (heladas prolongadas o sequías fuertes que reducen el acceso a invertebrados).
Sin embargo, diferentes son las amenazas que acechan a otras especies como el milano real que se reducen a envenenamientos, cambios en la ganadería extensiva, reducción de carroñas, a parte de la electrocución e los tendidos eléctricos que son especialmente peligrosos para su supervivencia.
El principal problema que tienen que afrontar las aves acuáticas son la reducción del agua en embalses, lagunas y/o regatos, la contaminación de las aguas por vertido agrícolas y ganaderos, la pérdida de vegetación por desbroces, canalizaciones o limpieza excesiva de cauces, molestias en zonas de pesca, deportes acuáticos, perros sueltos o tránsito constante, igual que la práctica de caza o furtivismo.
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